Una candidata en problemas

Una candidata en problemas

Por: Salvador Camarena

¿El gozo está en riesgo de irse al pozo? En 50 días la suerte de Josefina Vázquez Mota parece haber vivido un giro poco previsible la noche del 5 de febrero pasado, cuando hizo historia al ganar la candidatura del Partido Acción Nacional: sería la primer mujer que tendría oportunidades reales de ganar la presidencia de México. Ese momento parece hoy de otra era. Ahora no pasa semana sin que la abanderada del PAN, partido en la presidencia desde 2000, no destaque por pifias, despistes y situaciones desafortunadas, unas causadas por ella misma, otras por sus colaboradores. Y todas ruidosamente criticadas en las redes sociales.

Vázquez Mota no es una novata en las lides políticas. Ha presidido dos importantes ministerios, el de Desarrollo Social con el presidente Vicente Fox, y el de Educación con Felipe Calderón. Previamente, cuando aún no incursionaba en la política, esta economista se ganó la vida dando conferencias y asesorías a empresarios. Ha sido además líder de la bancada de los diputados panistas (2009-2011) y participó en el equipo que hizo ganar a Calderón en el 2006. Con todo eso en las espaldas, nadie habría pensado que a punto de comenzar las campañas, Josefina, como le llama todo mundo, estaría desgastada por una cadena de sucesos que la han tenido más ocupada en apagar incendios que en lucir lista para la carrera que culminará en la elección del primero de julio próximo.

El más reciente de los tormentosos episodios de la panista es quizá el más delicado. Una grabación surgida de un pinchazo ilegal fue dada a conocer este lunes; en ella se escucha a una eufórica Josefina Vázquez Mota conversar con un colaborador luego de terminado el segundo debate de la interna panista, en enero pasado. La entonces precandidata asume, correctamente, que la llamada está siendo grabada y le dice a su interlocutor (Agustín Torres, encargado de redes sociales en el equipo de la panista) que sería bueno enviar saludos a quienes los están espiando. Esta es la transcripción según publicó La Jornada:

“‘Agus, mándale saludos a Alejandra Sota (vocera de la Presidencia de la República) y a Genaro García Luna (secretario de Seguridad Pública), por si pasan nuestra llamada, que pasen nuestro saludo’. Él, titubeante, dice: ‘muchos saludos’.

La panista insiste: ‘un saludo cariñoso a Genaro García Luna, que nos graba, en lugar de grabar a El Chapo, y un saludo muy amoroso a Alejandra Sota, que filtra todas nuestras llamadas telefónicas, pinche Sota, o sea…’ Torres responde: ‘¡qué barbaro! deberían dedicarse a otra cosa, pero en fin’”.

La tarde de este mismo lunes los panistas presentaron una denuncia ante la fiscalía para demandar una investigación en “contra de quien resulte responsable” de la intervención telefónica y de la filtración, ambos delitos. Inicialmente, la candidata panista no quiso opinar sobre el escándalo, pero 24 horas después se ha sumado a la retórica del PAN, que depositó las sospechas de la autoría de este espionaje en los priístas, y en particular en su adversario: “Es el Partido Revolucionario Institucional, en territorios de su candidato, Enrique Peña Nieto, quien cotidianamente ha llevado a cabo este tipo de prácticas”, dice un comunicado de prensa de la candidata dado a conocer al mediodía del martes.

A pesar de su intento por desviar la atención, Vázquez Mota aún no sale del atolladero en el que se metió luego de que México la escuchara en el polémico audio asegurar que sus ex compañeros de gobierno, el ministro de seguridad pública y la vocera presidencial, una de las funcionarias más cercanas a Calderón, grababan y difundían conversaciones privadas. Lo único cierto es que Alejandra Sota fue una de las grandes impulsoras de Ernesto Cordero, ex ministro de Hacienda y quien perdió la candidatura ante Vázquez Mota.

El viernes, cuando empiecen las campañas, Josefina deberá dejar claro que ha quedado atrás la mala racha de estas semanas: se le vio rendir protesta ante un estadio que se vació minutos antes; tuvo que explicar que no relativizó en un artículo de 1998 la dictadura de Pinochet (en el texto ponderaba que el dictador chileno había sabido dejar la economía en manos de expertos); corrigió una aseveración incluida en su tesis, en la que escribió que la UNAM, la máxima casa de estudios de México, era un “monstruo”, y salió a disculpar a su equipo, que atribuyó a Mario Vargas Llosa el premio Nobel de la Paz y no el de Literatura. Aislados, cada uno de estos últimos episodios sería apenas algo anecdótico, pero en las próximas semanas sabremos si juntos, estos despistes, van a incidir en crear una imagen de una candidata en problemas.

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