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Un poco de humildad ayudaría

Un poco de humildad ayudaría

por Jeffrey A. Miron

Jeffrey A. Miron es director de estudios de pregrado de la Universidad de Harvard y es un Académico Titular del Cato Institute. Su blog es http://jeffreymiron.blogspot.com/.

La «crisis financiera de 2008» y la «gran recesión» que le acompañó han retado seriamente el consenso previo sobre el riesgo de tales eventos. Antes de la reciente crisis, muchos economistas estaban convencidos de que nuestra comprensión de las fluctuaciones económicas, y la habilidad de los políticos para manipular la economía, hacían del riesgo de una crisis algo menos que relevante. Estaban equivocados.

La lección crucial para el futuro es por lo tanto, la humildad: Lo que sea que creemos «saber» es más impreciso de lo que presumen los libros de texto y pronunciamientos políticos. Esto no significa que no sepamos nada útil, pero deberíamos reconocer que nuestro «entendimiento» actual podría tener grandes equivocaciones. Más de 80 años después de la Gran Depresión, por ejemplo, aún se genera controversia sobre las causas y consecuencias de ese episodio.

La razón principal de nuestra imperfecta comprensión es que los macroeconomistas y políticos no pueden «experimentar» con la economía y esa es la única forma de conocer su verdadera estructura y determinar cómo las políticas afectan el desempeño. En otras palabras, nunca se llega a observar el desenlace de la situación hipotética en la que Fannie y Freddie no extienden la concesión de hipotecas, en la que no se de un estímulo fiscal, en la que el Tesoro no lleve a cabo su Programa de Rescate a Activos Problemáticos, o en la que la Reserva Federal no realice una flexibilización cuantitativa. Por lo tanto, tal vez estas políticas ayudaron, tal vez hicieron algún daño, incluso tal vez un poco de ambas; nunca sabremos con gran certeza.

¿Cómo deberían los economistas y los políticos incorporar esta inevitable incertidumbre a sus acciones? Es difícil formular una regla general, pero una lección parece clara: Ningún grupo debería proveer garantías sólidas que tienen todo resuelto. Algunos consumidores y empresas responderán al protegerse más a sí mismos (por ejemplo, al ahorrar más para alguna eventual época difícil) y esto reducirá los riesgos en los peores escenarios.

Dentro de la angustia económica en EE.UU.

Dentro de la angustia económica en EE.UU.

por Daniel J. Mitchell

Dan Mitchell es académico titular del Cato Institute.

¿Porqué los votantes de todas las tendencias  ven, por lo general, a la economía como anémica? Más de tres millones de empleos han sido creados en los últimos dos años, el índice Dow Jones ha aumentado de 8.000 a más de 13.000 y la recesión terminó hace tres años. Parecen ser buenas noticias. ¿Será que el presidente Obama está recibiendo un trato injusto?

La respuesta depende de con qué está comparando usted la economía estadounidense. Si usted simplemente compara la economía actual a como se encontraba en enero de 2009, el trabajo del presidente se ve bien. Y si usted cree que sus afirmaciones de que el tal llamado estímulo y los rescates eran necesarios para salvar a la economía del colapso, entonces él se ve muy bien.

Sin embargo, Obama aún enfrenta una batalla cuesta arriba este noviembre —porque los que no son ricos no sienten que su situación haya mejorado. Hay varias razones:

  • La tasa de desempleo aún supera el 8%, a pesar de que la Casa Blanca prometió que bajaría al 6% hoy si el estímulo se ejecutaba.
  • Varios millones menos de estadounidenses tienen empleos hoy que hace cinco años.
  • La tasa de pobreza ha aumentado a más del 15%, con un número récord de estadounidenses subsistiendo con ingresos por debajo del nivel de pobreza.
  • De acuerdo con los datos más recientes, el ingreso medio por hogar es menor que cuando comenzó la recesión.
  • La carga de gasto público sigue siendo alta y la creciente cantidad de números rojos es un síntoma de la inflación en Washington.
  • La amenaza de mayores impuestos es omnipresente y constituye una espada de Damocles sobre la economía.
  • La continua debilidad en los sectores de vivienda y financiero funciona como un recordatorio a las personas de que los rescates e intervención han dejado muchos problemas sin resolver.

Los que trabajan en la Casa Blanca afirman que todo esto simplemente ilustra la debilidad económica que les fue heredada. Es un argumento plausible, al menos en teoría —pero muchos votantes no están convencidos.

Hay buenas razones para el escepticismo. No se necesita ser versado en estadísticas económicas para comprender que EE.UU. está experimentando una recuperación económica anémica.

De hecho, la nación sufre su peor periodo de recuperación tras una crisis desde la Gran Depresión. Los amantes de las estadísticas pueden observarlo por sí mismos: El sitio interactivo de la Reserva Federal de Minneapolis permite comparar entre los ciclos de negocios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, basado en el empleo o el PIB.

Así que hay fuertes argumentos para afirmar que las políticas de Obama han retrasado el rebote normal que una economía debería experimentar al salir de una crisis —y los votantes sienten que algunos en Washington son parcialmente culpables de esta situación.

Además, a medida de que la economía respira, es incierto si la Casa Blanca debería obtener algún crédito por ello.

Por ejemplo:

  • La recuperación comenzó justo cuando el estímulo de Obama terminó, lo que confirmó las sospechas de que una gran cantidad de dinero se estaba desperdiciando en un proceso que impedía el crecimiento de la economía.
  • Las cifras de empleo comenzaron a mejorar a final de 2010, justo cuando los republicanos tomaron el control del congreso y, presumiblemente, la capacidad de Obama de cambiar el curso de la nación.

Quizás lo más importante, es que los votantes pueden ver lo que sucede en Europa, donde los estados de bienestar colapsan tras décadas de exceso de gasto público e impuestos. Tienen una vaga idea de que EE.UU. está en el mismo camino debido a la demografía y a programas de ayuda social mal diseñados.

Pero el problema para la Casa Blanca no son solo las cifras: Hay una creciente inquietud de que las reglas han cambiado para mal. Escándalos como el de Solyndra provocan sospechas de que el capitalismo de compadres ha reemplazado al capitalismo. El número sin precedentes de personas utilizando cupones para alimentos hace reflexionar acerca de las consecuencias a largo plazo de tener más y más personas subsistiendo de ayuda, y menos personas generando ingresos.

Ninguno de estos problemas comenzó con Obama, muchos de ellos existían incluso antes de Bush. Pero Obama ha ampliado estas malas políticas en lugar de cambiarlas. Él prometió esperanza y cambio, pero ha profundizado las fracasadas políticas estatales de su predecesor.

Es por eso que la Casa Blanca no está recibiendo mucho crédito por un aumento en la bolsa de valores y una caída en la tasa de desempleo. Las buenas noticias que estamos recibiendo, las estamos recibiendo a pesar de las personas que ocupan la Casa Blanca.

Wall Street sigue en terreno negativo: El Dow cierra con una caída del 1,65%

Wall Street sigue en terreno negativo: El Dow cierra con una caída del 1,65%

elEconomista.es/ EFE
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Wall Street cerró hoy con notables descensos, y el Dow Jones de Industriales, su principal indicador, cayó el 1,65% arrastrado por las preocupaciones sobre la crisis de deuda europea y el nerviosismo que genera el inicio de la temporada de resultados empresariales.

Ese índice, que agrupa a 30 de las mayores empresas cotizadas de EEUU, restó 213,66 puntos -la segunda caída de más de 200 puntos que registra en 2012- para colocarse en 12.715,93 unidades, de nuevo por debajo de la cota de las 13.000 que perdió la víspera.

Por otra parte, el selectivo S&P 500 perdió el 1,71% (-23,61 puntos) hasta 1.358,59 unidades y el índice compuesto del mercado Nasdaq el 1,83% (-55,86 puntos) hasta 2.991,22, con lo que perdió la simbólica cota de las 3.000 unidades.

Esos números rojos se produjeron un día después de que los inversores neoyorquinos reaccionasen con gran decepción a las cifras de creación de empleo en EEUU el mes pasado y en una jornada marcada por el nerviosismo que genera el inicio de la temporada de resultados tras el cierre de la sesión con las cuentas de Alcoa.

El productor de aluminio cerró el día con una caída del 2,92%, pero en las operaciones electrónicas posteriores al cierre subía un sólido 5,26%.

Las pérdidas en Wall Street se incrementaron hacia el ecuador de la sesión coincidiendo con el cierre de los mercados europeos, que acabaron con fuertes caídas, y el ánimo vendedor de los inversores permaneció hasta el cierre.

Veintinueve de los treinta componentes del Dow Jones cerraron en terreno negativo, liderados por Bank of America (-4,37 %), el fabricante de maquinaria pesada Caterpillar (-3,03 %), el ya mencionado descenso de Alcoa, el grupo Walt Disney (-2,66 %), la aeronáutica Boeing (-2,53 %) y la cadena de tiendas Home Depot (-2,41 %).

Otras siete compañías de ese índice se dejaron más de dos puntos porcentuales y otras once bajaron más del 1 %, mientras que la única firma que terminó en positivo fue la tecnológica Hewlett-Packard (0,56 %).

La capitalización bursátil del gigante tecnológico Apple superó hoy momentáneamente los 600.000 millones de dólares, con lo que se convirtió en la segunda empresa en jamás alcanzar ese récord después de Microsoft (-2,03 %).

Sin embargo, el creador del iPad no pudo mantener sus ganancias y finalmente cerró con un descenso del 1,22 %, con lo que su capitalización se quedó rondando los 586.000 millones de dólares.

Mientras, la cadena de tiendas de artículos electrónicos Best Buy cayó el 5,87 % después de conocerse que su consejero delegado, Brian Dunn, ha renunciado a ese puesto.

En otros mercados, el petróleo bajó a 101,02 dólares por barril, el oro ascendió a 1.660,7 dólares la onza, el dólar ganaba terreno frente al euro (que se cambiaba por 1,3082 dólares) y la rentabilidad de la deuda pública estadounidense a diez años retrocedía al 1,98 %.

Trayendo el capitalismo a las masas

Por Hernando de Soto

Hernando de Soto es el ganador del Premio Milton Friedman para el Avance de la Libertad 2004. Este ensayo es un extracto de su discurso de aceptación en San Francisco el 6 de mayo. De Soto es el fundador del Instituto Libertad y Democracia en Perú y autor de dos libros: El Otro Sendero y El Misterio del Capital. Publicado por cortesía de Cato Institute.
Las personas que despertaron nuestro interés intelectual en el Perú, en el cual las cosas no habían estado funcionando después de 12 años de régimen militar izquierdista, fueron Rose y Milton Friedman, quienes fueron mis primeros invitados en 1979.
Una de las cosas que Milton nos enseñó cuando estuvo en Lima fue que no había “almuerzo gratis”. Lo que no mencionó fue que había libros gratis. Luego de cinco años de aquella visita, Milton y Rose me mandaron un libro llamado La Tiranía del Status Quo. Ese libro me impresionó sobremanera, porque para ese entonces nuestro instituto ya había organizado a cientos de vendedores ambulantes y buscaba maneras de conseguir ratificar políticas que les facilitara ganarse la vida.
La Tiranía del Status Quo advertía «luego de unos cuantos años del gobierno de Reagan» sobre cuan difícil resultaba romper el Triangulo de Hierro de los beneficiarios, políticos y burócratas, el cual protegía el status quo y postergaba cambios de urgente realización.
Nosotros, en el Instituto Libertad y Democracia (ILD), descubrimos que había un gran respaldo popular para un cambio en los países en vías de desarrollo. A pesar de ser catalogados como “los pobres”, nosotros entendimos que esos mismos pobres no podrían estar sobreviviendo sino fuese por su espíritu empresarial. Y mientras que otros, como Fareed Zakaria señalaba, decían que mil millones de personas subsistían con un dólar diario y quizá dos o tres mil millones vivían con no más de $2 o $3 al día, nadie mencionó que había cuatro mil millones de individuos que eran pobres, empresarios y que eran excluidos completamente de la economía global e incluso de la nacional, debido a una carencia total de derecho.
Ya no estamos en el Tercer Mundo rural de los años sesenta. La población de Puerto Príncipe es 17 veces mayor de lo que era 35 años atrás. La población de ciudades en Algeria es 15 veces lo que solía ser. En ciudades ecuatorianas, 11 veces. Y países que eran mayoritariamente rurales cuando comenzamos nuestra labor, son urbanos hoy en día. Esos ciudadanos pasaron a convertirse en hombres de negocios y a aprovechar la división de trabajo que las ciudades ofrecen.
El Surgimiento de las Ciudades
Los países pobres necesitan la clase de soluciones que los países desarrollados adoptaron en el siglo XIX, no aquéllas del siglo XXI. Lo que ocurrió en Occidente en el siglo XIX está ocurriendo actualmente en países en desarrollo. “Oliver Twist” ha llegado a la ciudad, pero él y sus amigos aún no han sido reconocidos por las instituciones financieras internacionales o por la mayoría de los programas bilaterales de algunos países desarrollados. Peor aun, él ni siquiera ha sido reconocido por la mayoría de personas en los países en desarrollo quienes creen que los vendedores ambulantes son un problema o que la manufactura informal fabrica productos de mala calidad.
Mientras más consciente sea la gente de las condiciones reales en los países en desarrollo, donde viven cinco mil millones de la población total mundial de seis mil millones de personas, mejor podrán los políticos darse cuenta que el mayor respaldo para un cambio reside en los empresarios pobres.
La Riqueza de las Naciones
Mi país, Perú, tuvo un presidente de origen japonés por 10 años. Su nombre era Alberto Fujimori. Los Fujimori era una de más de un millón de familias que vinieron del Japón a Perú y Brasil en los años 30 y 40.
Ahora, el hecho que los Fujimori vinieran al Perú y los Yoshiyama se fueran a Brasil no es de relevancia. La pregunta más importante es: ¿Porqué los Toledo y los Lula no fueron a Japón? Ellos no se fueron a Japón porque Perú tenía un ingreso per cápita de 25 por ciento más que Japón en 1940 y Brasil tenía un ingreso per cápita 50 por ciento más grande que este último. Obviamente, Japón hizo algo en los últimos 50 años que lo hizo 10 veces más rico que el Perú. ¿Qué pasó?
Después de la Segunda Guerra Mundial, fue implementado un plan que se inició en Honolulú en 1942 bajo la supervisión de MacArthur. Como Mao Zedong en China, los norteamericanos básicamente destruyeron el sistema feudal en Japón que ellos pensaron era el problema central del expansionismo japonés en Asia. Sin embargo, en contraste con la China de post-guerra, se pusieron los cimientos para la creación de un amplio sistema de propiedad privada.
Al desintegrar el sistema feudal y crear un frente más amplio de apoyo ciudadano a favor de una economía de mercado, se transformó Japón y sus dos colonias: Taiwán y Corea del Sur. En 1978, Deng Xiaoping reflexionó y dijo, “Saben, no me interesa de qué color sea el gato siempre y cuando atrape ratones”. Y ahora el gigante de Asia continúa fortaleciéndose en base a un amplio sistema de propiedad.
El “Fenómeno Adolf Busch”
En el pasado, Estados Unidos como parte de su política exterior, ha transformado países y los ha convertido de economías feudales y patrimoniales a economías modernas. Pero, al parecer, hay una tendencia a olvidarse de aquellos hechos. Es mucho más sencillo para un ciudadano del tercer mundo entender lo que digo que para alguien del primer mundo porque estos últimos toman muchas cosas por hechas.
Karl Popper solía llamar a este fenómeno el fenómeno Adolf Busch. Popper y un amigo fueron alguna vez a Zurich a escuchar a Busch interpretar a Vivaldi. Al pasar del tercer al cuarto movimiento, lo hizo maravillosamente, de una manera tal que nadie jamás había oído. Lo visitaron después del concierto en su recámara y le preguntaron, “Maestro, ¿cómo hizo para ir del tercer al cuarto movimiento?” Y Adolf Busch respondió, “Bueno, es relativamente simple”. Se puso el violín al cuello y empezó a tocar.
Hablando con la Gente Incorrecta
Recuerdo que en 1988 me pidieron dar un discurso en el Foro Abierto del Secretario de Estado de los Estados Unidos. El título de mi presentación era “Los Estados Unidos: Por qué Creo Que Están Hablando con la Gente Incorrecta”. En otras palabras, la mayoría de estadounidenses hablan con ciudadanos tercermundistas que se han occidentalizado, como yo. Pero la mayoría de nosotros tenemos intereses creados. No somos en realidad capitalistas dispuestos a exponernos a la competencia, somos mas bien mercantilistas en busca de privilegios. Aquellos verdaderamente interesantes son los empresarios. Pero son pobres y pequeños, y ustedes aún no han tenido contacto con ellos.
En México, por ejemplo, cuando estábamos trabajando con el presidente Fox, descubrimos que alrededor del 80 por ciento de la población mexicana opera en la economía informal. Ellos son dueños de aproximadamente 6 millones de negocios, 137 hectáreas de tierra y 11 millones de activos inmobiliarios. Y todo eso asciende a un valor acumulado de $315 mil millones, lo cual es 7 veces el valor de las reservas petrolíferas mexicanas y 29 veces el valor de toda la inversión extranjera directa desde la independencia de la corona española.
En otras palabras, economías precapitalistas, con orientaciones capitalistas, están emergiendo alrededor de todo el mundo. En Egipto, el 92% de la población entre los que se encuentran los más pobres, tiene sus activos prediales fuera de la ley, y el 88% de los empresarios operan extralegalmente. Se estima que el valor de tales activos asciende a $248 mil millones, lo cual es equivalente a 55 veces el valor de toda la inversión extranjera directa en Egipto desde que Napoleón se retiró, incluyendo el Canal de Suez y la Represa de Aswan y 70 veces toda la ayuda bilateral que ha recibido.
En otras palabras, la mayoría de nuestros recursos no provienen de ustedes en Occidente. Sin embargo, son muy amables y aceptamos lo que ustedes nos proporcionan, pero en realidad es una gota en un balde de agua en comparación a lo que ya tenemos. La verdadera riqueza crece a través de los esfuerzos de los empresarios quienes combinan recursos y dividen eficientemente el trabajo para incrementar la productividad.
La Importancia de los Derechos de Propiedad
También hemos sido llamados a países como Ghana. Y lo que es interesante, no sólo por el Presidente Kufuor, sino también por los jefes de las tribus. Ellos leyeron nuestras propuestas y dijeron: “ya no queremos soberanía; queremos derechos de propiedad”. La soberanía es algo que la gente transgrede. Los derechos de propiedad son mucho más concretos, porque se basan en un contrato social arraigado en la reciprocidad del interés de un individuo para con otro, y no en el de una nación para con otra.
Si observamos mapas de Europa durante un determinado lapso de tiempo, podemos apreciar que la soberanía es extremadamente inestable. Sin embargo, si vemos a Alsacia-Lorraine, un territorio que ha sido una y otra vez dividido entre Franceses y Alemanes, encontraremos que, no importa a quien le pertenezca, Monsieur du Pont aún vive donde siempre vivió y Herr Schmidt aún permanece viviendo donde siempre lo hizo. Los derechos de propiedad son el resultado de contratos sociales, y se mantienen aun cuando la soberanía se fragmenta.
Propiedad y el Estado de Derecho
Estamos tratando de probar que se puede romper el triángulo de hierro demostrándoles a los líderes políticos que existe un enorme respaldo ciudadano a favor de transitar hacia una economía de mercado. La economía de mercado es esencialmente una construcción legal y no todas aquellas cosas físicas ¾ autopistas, puentes, aeropuertos, y puertos ¾ que el Occidente parece querer darles.
Si eres pobre, y todo lo que en realidad posees es un pedazo de tierra y un lugar donde trabajar, así seas un vendedor ambulante u ordeñes vacas, no existe nada más preciado para tí que aquello que te pertenece. Pero para preservarlo sin leyes tienes que satisfacer a jefes tribales, policías deshonestos, políticos corruptos, jueces malos, vecinos problemáticos, e incluso terroristas.
Pero si la ley llega y señala que esos derechos son ahora reconocidos, no sólo por los vecinos sino también por la policía y la nación entera (ahora los podrán comercializar nacional e incluso internacionalmente y la ley los protegerá), entonces la gente se interesará por el estado de derecho.
Pronto preguntarán, ¿qué pasa si tienen una disputa y se van a corte? Entonces querrán un buen sistema judicial. Y eventualmente se darán cuenta de que las leyes pueden ser cambiadas y preguntarán otra vez, ¿quién las hace? Y así, les empezará a interesar el proceso político.
El origen del estado de derecho «que permitirá el crecimiento de una nación moderna y así traerá paz, estabilidad y prosperidad al mundo» son los derechos de propiedad. Y el estado de derecho generará prosperidad.
La División del Trabajo
Adam Smith y más tarde Marx vendrían a decir que la creciente productividad en Europa se debió a la división del trabajo. El ejemplo de Smith era bien simple. Él dijo que vio trabajar a un par de personas fabricando alfileres en las afueras de Glasgow. Siguiendo 18 pasos, eran capaces de producir no más de 20 alfileres por día. Pero en otro lugar, vio a 10 personas dividirse aquellas 18 funciones entre sí. Una persona compró el alambre, otra lo cubrió con estaño y luego una tercera desenrolló el cable, otras dos lo cortaron, otra persona le sacó punta al alambre, alguien más le puso la cabeza al alfiler y así hicieron 48,000 alfileres por día.
Pero si van a los países en desarrollo, verán que no necesariamente hay compañías, porque la ley aún no les ha llegado. Todo lo que hay son familias. Y las familias tienen dificultades poniendo incluso a 10 personas a trabajar. Sólo pueden con 4. Y entre esos 4 se encuentra el hermano ocioso y el cuñado alcohólico: personas que no son buenas fabricando alfileres. Cualquier gerente sabe que es importante cómo se combinan los recursos y a quién se contrata.
Más de 4 mil millones de personas carecen de derechos de propiedad sobre sus bienes y no pueden acceder a crédito y usarlo como garantía y tampoco pueden crear una empresa a través de la cual dividir el trabajo. Esto significa que no pueden organizar los insumos ni manejar la creación del producto de manera eficiente. No pueden separar los activos que pertenecen a los accionistas de aquellos bienes que pertenecen a los prestamistas y trabajadores.
Con sólo unos pocos trabajadores pobremente organizados por cada empresa, no importa cuántos microcréditos se les otorgue, jamás serán eficientes ni podrán competir en el mercado global. El valor no es sólo pura fuerza laboral sino también el poder del hombre para dividir el trabajo. A pesar que Adam Smith fue un gran hombre, muchos de los primeros liberales nos dejaron una herencia de la cual necesitamos deshacernos: la teoría del valor-trabajo. El valor no proviene simplemente del trabajo. Proviene de soluciones políticas y económicas inteligentes que puedan ayudar a incrementar significativamente la productividad.
El Potencial de la Libertad
Para construir naciones modernas, primero tenemos que aprender cómo los pobres trabajan y luego debemos estructurar las leyes para que atiendan sus necesidades. Al final, peruanos, chinos y norteamericanos queremos básicamente las mismas cosas: vida, libertad y propiedad. Y para obtenerlas, hay que construir una economía de mercado basada en el estado de derecho. Nuestros verdaderos enemigos no son Marx u otros, sino aquellas personas que no creen en el potencial de una humanidad liberados por el estado de derecho.
Los enemigos de la ilustración son románticos, que se convierten en la clase de nacionalistas que no saben cómo hablar de la civilización en el singular, aquéllos que creen en múltiples civilizaciones a la misma vez. Porque son nacionalistas románticos, marginan a las personas de las leyes universales del progreso. Es gente como Samuel Huntington, quien en realidad es moderado a comparación de nuestros románticos, quienes creen que no deberíamos seguir el modelo de ustedes porque Max Weber los convenció que era un modelo anglo-sajón.
Así pues, estoy aquí en Cato, orgulloso de ser el segundo extranjero en recibir su premio, rodeado de compañeros latinos y presentado por un ex-ciudadano de la India. Ustedes están claramente en el sendero de la ilustración porque creen en el potencial de la gente alrededor del mundo. Estoy orgulloso de recibir este premio del Cato, que lleva el nombre del gran Milton Friedman. Y me siento honrado por la distinción a mí conferida, la cual refleja la labor de mis colegas.

Hong Kong

Por Peter T. Bauer

Este documento apareció en el libro From Subsistence to Exchange and Other Essays (Princeton, 2000) y se publica por cortesía de Cato Institute.

¿Cómo evaluaría usted las perspectivas económicas de un país asiático que tiene muy poca tierra (y encima aquella consiste solamente de puros montes erosionados) y que es realmente el país más densamente poblado del mundo; que tiene una población que ha crecido rápido, tanto por medio del aumento natural como por la inmigración a gran escala; que importa todo su petróleo y todos sus materiales crudos y aún mucha de su agua; que tiene un gobierno que no está involucrado en la planificación del desarrollo y que no ejerce control alguno por sobre los tipos de cambio ni restringe las exportaciones e importaciones de capitales; y que es la única colonia occidental de importancia alguna?[1] Usted pensaría que este país debe estar condenado, a menos que éste reciba grandes donaciones externas. O dicho de otra forma usted tendría que creer esto, si usted creyese lo que los políticos de todos los partidos, la ONU y sus organizaciones afiliadas, los economistas prominentes, y lo que la prensa de calidad dicen acerca de los países menos desarrollados. ¿Acaso no ha sido el círculo vicioso de la pobreza, la idea de que la pobreza se auto-perpetua, un principio fundamental de la economía de desarrollo desde la Segunda Guerra Mundial, y acaso no ha sido respaldada explícitamente por los Premios Nobel Gunnar Myrdal y Paul Samuelson? ¿Acaso los economistas de desarrollo del Instituto Tecnológico de Massachussets no han dicho categóricamente sobre los países menos desarrollados que

La escasez general relativa a la población de casi todos los recursos crea un círculo vicioso de pobreza que se auto-perpetúa. El capital adicional es necesario para aumentar la producción, pero la pobreza en sí hace que sea imposible poder llevar a cabo el ahorro y la inversión requeridos para una reducción voluntaria en el consumo.[2]

¿Acaso no ha insistido Gunnar Myrdal que «debe haber algo malo con un país subdesarrollado que no tiene dificultades de tipo de cambio extranjero»? ¿Acaso no dijo también que todos los expertos en desarrollo estaban de acuerdo con que la planificación comprensiva era la primera condición para el progreso económico y, de hecho, no ha sido esta la opinión de muchos economistas de desarrollo prominentes en las décadas más recientes? De nuevo, ¿acaso no dijo el celebrado Informe Pearson, encargado por el Banco Mundial, que «ningún otro fenómeno presenta perspectivas más oscuras para el desarrollo internacional que el asombroso crecimiento de la población»? Y, finalmente, ¿Acaso no incluyó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en su Principio General Catorce que «la liquidación de los restos del colonialismo en todas sus formas es una condición necesaria para el desarrollo»?

Por lo tanto, de acuerdo a la visión enfática de muchas de las figuras respetadas en este campo, y de los representantes de la llamada opinión mundial, hasta una media docena de características con las cuales yo comencé deberían asegurar una pobreza persistente.

Pero si en vez de seguir la moda, usted piensa por sí mismo y forma su opinión en base a la evidencia, entonces usted sabrá que Hong Kong, el país en cuestión, ha progresado fenomenalmente desde los años 40, cuando era todavía muy pobre, y que se ha convertido en un competidor tan formidable que los países occidentales erigen barreras comerciales en contra de aquel país distante. Si analizara más a fondo, sabría que los ingresos y los salarios reales han subido rápidamente en Hong Kong en las recientes décadas. E incidentalmente Hong Kong es sólo un caso extremo de un fenómeno más general porque algo similar aunque con un progreso material menos pronunciado ha ocurrido en algunos países o regiones—Corea del Sur, Taiwán y Singapur entre ellos—cuando de acuerdo a los expertos esto debería haber sido imposible.

Si hubiese sospechado todo este tiempo que la opinión establecida sobre estas cuestiones era perceptiblemente infundada, usted disfrutaría de una corta pero instructiva monografía, Hong Kong: Un estudio en la libertad económica (University of Chicago Press) escrito por el Dr. Alvin Rabushka. Rabushka, un politólogo convertido en economista, conoce a Hong Kong bien, y su esposa es china. Tiene una mente incisiva. Escribe de forma clara, con confianza y, de hecho, con entusiasmo. Sus puntos principales no son difíciles, aunque se necesita de una mente firme y de un poco de coraje para presentarlos de manera tan concisa y vigorosa.

Rabushka analiza los procesos y métodos por los cuales en menos de 140 años, unas cuantas rocas vacías y estériles se convirtieron en un gran centro industrial de comercio y finanzas con cerca de cinco millones de habitantes. Él le atribuye esta historia de éxito económico a las aptitudes de las personas y a la adherencia a las políticas públicas adecuadas. La empresa, el trabajo duro, la habilidad de detectar y utilizar las oportunidades económicas, están extendidas en una población que es china en un 98 por ciento, que está concentrada determinadamente en ganar dinero día y noche. Muchos son inmigrantes que trajeron habilidades y empresa más que nada de China, especialmente de Shanghai, el olvidado lugar de habilidad y empresa ubicado en el centro de China. Las políticas enfatizadas por Rabushka son el conservadurismo fiscal; los impuestos bajos; el cobro de precios de mercado por ciertos servicios gubernamentales; la política liberal de inmigración, al menos hasta hace poco; el libre comercio en ambas direcciones; el movimiento sin restricciones del capital entrando y saliendo del país; la participación mínima del gobierno en la vida comercial, incluyendo la resistencia a conceder privilegios a los intereses seccionales. No hay incentivos especiales o barreras a la inversión extranjera, no hay insistencia en la participación local de las empresas extranjeras. Tampoco hay exenciones de impuestos o cualquier otra concesión especial para la inversión extranjera, pero de igual manera no hay restricciones sobre el retiro de capital o sobre la remisión de ganancias. Estas políticas liberales, notablemente la libertad para retirar el capital, fueron diseñadas para fomentar el flujo entrante del capital y la empresa productiva, algo que de hecho lograron.

La falta de recursos naturales junto con el dominio colonial promovieron tanto la no intervención económica oficial como el conservadurismo fiscal. La ausencia de los recursos naturales ha promovido una economía abierta con un gran volumen de exportaciones para pagar las importaciones necesarias. Tal economía requiere de un amplio rango de exportaciones competitivas y también de mercados domésticos competitivos. La asistencia gubernamental a particulares actividades económicas desvía los recursos hacia usos menos productivos y socava la posición competitiva internacional de la economía. Además, en una economía tan abierta como Hong Kong, los resultados despilfarradores de tales subsidios se vuelven evidentes más pronto que en otros lugares. Por lo tanto la misma ausencia de los recursos naturales ha asistido al progreso material al desalentar políticas públicas despilfarradoras. Es mucho más probable que las políticas públicas inapropiadas inhiban el avance económico a que lo haga una falta de recursos físicos. Los déficit presupuestarios sostenidos, financiados por creación de crédito, también tienden a resultar en gastos malversados, por lo que la pobreza de recursos desalienta la financiación de déficit. En el sistema de contabilidad tradicional inglés, las colonias no podían operar con déficit presupuestarios por mucho tiempo, y esta tradición fue continuada luego de que se obtuvo la autonomía fiscal en 1958, en parte por las razones que acabo de señalar. La ausencia de las promesas electorales, junto con una economía abierta y un gobierno limitado, han reducido los premios de la actividad política y por ende el interés en organizar grupos de presión. Todo esto promovió el conservadurismo fiscal, es decir, los impuestos bajos, los presupuestos equilibrados, y el cobro de precios de mercados por servicios públicos específicos. El deseo de atraer el capital extranjero, la visión empresarial de una comunidad tradicional de comercio, y la preocupación general de ganar dinero también contribuyeron a este fin.

Las políticas oficiales y las aptitudes y los hábitos de la población han resultado en una economía capaz de ajustes rápidos. Esta adaptabilidad le ha permitido a Hong Kong sobrevivir y aún prosperar a pesar de numerosas restricciones en contra de sus exportaciones, muchas veces impuestas o aumentadas con poco tiempo de aviso.

Por razones sociales, el principio de cobrar precios de mercado por servicios gubernamentales específicos ha estado sujeto a excepciones mayores por algún tiempo. La provisión a gran escala de viviendas subsidiadas para los pobres y la racionalización del agua al cortar la oferta de ella durante algunos periodos, en vez de cobrar precios más altos a cambio de una oferta continua, son las dos excepciones más importantes. Fueron introducidas luego de mucho debate emocional y con las condiciones sociales locales en la mira. Los subsidios están además en gran parte circunscritos a los verdaderamente pobres. Aparte de estos subsidios directos, hay subsidios en efectivo sustanciales para asegurarles a los pobres un ingreso mínimo, y también hay varias subvenciones para los deshabilitados y los enfermos. La educación primaria comprensiva y obligatoria, de hecho es como en su nombre dice, y los extensos servicios de salud pública, han operado por muchos años.

En los últimos años Hong Kong ha llegado a ser presionada tanto por el gobierno inglés como por varias organizaciones internacionales para que se dirija hacia un tal llamado completo estado de bienestar, junto con privilegios para los sindicatos, servicios sociales comprensivos, legislación laboral de gran envergadura e impuestos redistributivos. Rabushka correctamente indica que estas presiones extranjeras reflejan simplemente un deseo de servir varios intereses occidentales, como por ejemplo el de reducir la competitividad de Hong Kong al inflar los costos allá. Rabushka también se refiere al disgusto o hasta al resentimiento engendrado por los defensores de las economías controladas por el estado hacia la mejora rápida de los criterios generales en Hong Kong como también en otras economías con orientación de mercado. Estas presiones externas puede que todavía apoyen de nuevo dentro de Hong Kong a ambiciosos administradores, intelectuales descontentos, y políticos ambiciosos, todos esperando tener un mayor espacio en una sociedad más politizada. El gobernador sir Murria McLehose también está más preocupado con la opinión externa que con la de sus predecesores. Rabushka cree, yo pienso que correctamente, que la expiración en 1997 de la concesión de gran parte del terreno de Hong Kong, o la posible acción hostil por parte de la República Popular China, son una amenaza menos grave para el futuro de Hong Kong que las barreras comerciales en el occidente y las presiones occidentales para la introducción de más legislación laboral, un estado de bienestar comprehensivo, y otras políticas públicas que inflan los costos y reducen la adaptabilidad.

La admiración sinvergüenza de Rabushka por Hong Kong y por su economía de mercado permea todo el libro.

¿Acaso me atrevo a revelar mi mal gusto al decir que el ruido y el ritmo apresurado económico de Hong Kong me parecen más interesantes, divertidos, y liberadores que su falta de ópera, música y teatro refinados? El oriente en verdad se ha topado con el occidente en la economía de mercado. Los chinos y los europeos en Hong Kong no tienen tiempo para los altercados raciales, los cuales solo interferirían con la posibilidad de ganar dinero. Este prospecto de ganancia individual en el mercado hacen de la actividad colectiva para la ganancia política algo innecesario; la economía de mercado es realmente daltoniana.

Hay algo de excesiva simplificación en esto. Por ejemplo, la búsqueda de ganancias puede muy fácilmente ir de la mano con los conflictos raciales en las economías controladas por el estado. El factor crucial no es el hecho de que se pueda ganar dinero como tal sino el gobierno limitado. Es, sin embargo, claro que una sociedad como Hong Kong ofrece poco espacio para los literatos ambiciosos, que muchas veces se vuelven amargados o, peor aún, hostiles. Hasta hace poco y en cualquier nivel, la filosofía económica del gobierno ofrecía pocas oportunidades de empleo para los sociólogos, especialmente para los economistas. Antes de 1973, las estimaciones del ingreso nacional no habían sido publicadas. Esto de ninguna manera inhibió el espectacular crecimiento de ingresos y de calidad de vida. Pero redujo las oportunidades de empleo para economistas, expertos en estadística y servidores civiles y, por ende, para los bachilleres de las universidades, lo cual de nuevo incitó hostilidad por parte de los literatos tanto en casa como en el extranjero.

Aparte de los principales puntos, hay mucho detalle más informativo e inesperado en este libro. Por ejemplo, quién hubiera pensado que en 1843 el secretario para asuntos exteriores de Gran Bretaña insistió que si, como resultado de la creación de un puerto de mercado libre, «muchas personas eran atraídas a Hong Kong, entonces el gobierno H.M. se sentiría justificado en asegurarle a la Reina los valores aumentados que la tierra entonces tendría».

El rol decisivo en la vida económica de las aptitudes y motivaciones personales, las costumbres sociales, y los arreglos políticos apropiados es la lección sobresaliente de Hong Kong. El acceso a los mercados también es importante, pero menos fundamental. Otros países también han tenido acceso a los mercados y provisiones extranjeras, sin haber producido tal historia de éxito económico. Los recursos físicos o financieros son mucho menos importantes; o aún insignificantes, comparados con los factores personales y sociales y con los arreglos políticos apropiados, especialmente con el gobierno firme pero limitado.

La noción de que el ingreso bajo inicia un círculo vicioso de pobreza y estancamiento confunde la pobreza con sus causas. Tener dinero es el resultado de un logro económico, no su precondición. La utilización de los recursos naturales depende enteramente de otros factores que acaban de ser señalados. En ciertas condiciones de mercado o situaciones políticas, la posesión o adquisición de recursos naturales puede traer ganancias inesperadas; nótese el oro y la plata de los estadounidenses en el siglo XVI y las operaciones de OPEC en el siglo XX. Pero hasta ahora en cualquier circunstancia, aquellas ganancias inesperadas no se han transformado en progreso económico duradero, mucho menos en el avance sostenido y espectacular como el de Hong Kong. Tampoco es el éxito económico sin recursos naturales algo nuevo, es tan evidente como por ejemplo en Venecia, los Países Bajos, Suiza, y Japón. Recíprocamente, el retraso en medio de abundantes recursos naturales es evidente tanto en los indios americanos como en el actual Tercer Mundo, dónde muchos millones de personas extremadamente pobres viven en medio de tierra cultivable ilimitada. Hace más de 100 años atrás Tocqueville escribió,

Observando el vuelco dado al espíritu humano en Inglaterra por la vida política; viendo que el inglés, seguro del apoyo de sus propias leyes, confiando en si mismo e inconsciente de obstáculo alguno excepto el límite de sus propios poderes, actuando sin restricción. . . Yo no estoy en apuro alguno de averiguar si la naturaleza ha puesto un puerto para él, y le ha dado carbón y hierro. La razón para su prosperidad comercial no está ahí para nada: está en sí mismo.[3]

Hong Kong muestra que el aumento en la población no es un obstáculo para el crecimiento, que las personas motivadas de manera adecuada son bienes más no deudas, son agentes del progreso como también sus beneficiarios. Muestra también como el desempeño económico le debe poco a la educación formal. En Hong Kong como en otras partes del oriente lejano, el desempeño económico o el éxito de cientos de miles o hasta millones de personas ha resultado no de la educación formal sino de la industria, la empresa, la frugalidad y la habilidad de aprovechar las oportunidades económicas. Eso está incomodando a los educadores profesionales, a quienes las gusta mercadear sus mercancías como necesarias para el éxito económico.

Otras lecciones de Hong Kong son, nuevamente, discernibles en otras partes pero sobresalen de manera clara especialmente ahí. Hong Kong es aún otra refutación más evidente de los principios de la literatura de desarrollo dominante y popular, los cuales he mencionado antes, tales como la creencia de que la pobreza se auto-perpetúa; que las dificultades en la balanza de pagos son inevitables en el camino desde la pobreza hacia el avance económico; que la planificación comprensiva y la ayuda externa son indispensables o aún suficientes para el progreso económico. Aún así estas fábulas son propagadas por el resto del occidente por las organizaciones internacionales, por las agencias de ayuda externa, y por los académicos financiados por los contribuyentes y por las grandes fundaciones. De hecho, los propagadores de estos mitos están a cargo de recursos casi ilimitados lo que hace que sea más difícil poner en evidencia sus fábulas. La experiencia de Hong Kong ofende la opinión respetable de otras maneras también. Muestra que los equipos de planificación y los grupos para consejo son innecesarios para el desarrollo; y por contraste con la experiencia de otros países, gruñendo bajo las políticas respaldadas por las Naciones Unidas y por los consejeros académicos aceptados, muestra que sus actividades es probable que sean perjudiciales. Hong Kong ha triunfado de manera imperdonable desafiando la mejor opinión profesional.

Hong Kong no es popular ni entre los grupos estatales de ayuda externa ni entre las organizaciones caritativas politizadas. Estos grupos son hostiles a las personas que pueden dispensar de sus ministerios. De ahí la mala prensa que Hong Kong tiene en occidente y la hostilidad que recibe de los grandes y de los buenos. El logro es ignorado o aminorado, y las limitaciones, sean reales o ficticias, evitables o inevitables, son destacadas de manera prominente. La sobrepoblación y el trabajo infantil son ejemplos. En todas estas cuestiones, Hong Kong está mejor que el resto de Asia. Por ejemplo, los salarios reales son los más altos en Asia, después de Japón. Pero si un gobierno trata de conducir una economía socialista, o en cualquier grado a una que sea en gran parte controlada por el estado, los políticos occidentales, los escritores, los académicos, y los periodistas son aptos para presentar el infortunio y aún el sufrimiento de ahí como algo inevitable o hasta lo felicitan por sus loables esfuerzos por promover el progreso. Pero si el gobierno depende de una economía de mercado, entonces cualquier desviación de las normas arbitrarias e inspiradas en el occidente es vista como un defecto o hasta como un crimen. Y si además ese país es exitoso y también deja de usar la ayuda externa oficial y la caridad politizada, la conducta del gobierno o hasta de la población será vista como inaceptable.

De acuerdo al Principio General Catorce de UNCTAD, el status colonial es incompatible con el progreso material. Esto fue formalmente anunciado en 1964, cuando Hong Kong llevaba años progresando rápidamente y después de que las incursiones de sus productos en los mercados occidentales causaran tanta vergüenza. Sin importar lo que uno piense del colonialismo occidental, el Principio General Catorce de UNCTAD es una falsedad evidente. Esto es claro no solo en Hong Kong pero también debido al avance a gran escala de muchas colonias occidentales, incluyendo Malasia, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, y Singapur. Aún así esta patente falsedad fue anunciada solemnemente en una conferencia internacional muy importante que fue en gran parte financiada por occidente.

Otra implicación de la experiencia de Hong Kong también alborota el clima político e intelectual. Que un país sea una colonia o un estado soberano e independiente no tiene nada que ver con la libertad personal que ahí pueda haber. Los estados africanos recientemente independientes muchas veces son denominados libres, queriendo decir que sus gobiernos son soberanos. Pero las personas ahí no son nada libres, menos libres de lo que eran bajo el reinado colonial; son seguramente mucho menos libres que las personas en Hong Kong. Hong Kong es una dictadura, en la que las personas no tienen voto. Pero en sus vidas personales, especialmente en su vida económica, son más libres que la mayoría de las personas en occidente. Hong Kong debería recordarnos que en el mundo moderno un gobierno no elegido puede ser más limitado que uno elegido y que, para la mayoría de las personas ordinarias, es en cierta forma más importante si el gobierno es limitado o ilimitado que si el gobierno es elegido o no elegido

El camino irlandés a la prosperidad

Por José Carlos Rodríguez

Cortesía de La Ilustración Liberal.

Irlanda ha impreso su nombre en dos episodios notables de la historia económica: uno marcado por el desastre, el hambre y la sangría demográfica y el otro acompañado de un éxito resonante, que ha convertido a aquel país nada menos que en el sexto en renta per cápita del selecto club europeo.

El primer episodio ocupa la segunda mitad del siglo XIX, en el que la población de Irlanda se redujo en la mitad, principalmente por la emigración, en franca huida del hambre y la miseria. Irlanda fue entonces un claro ejemplo de los efectos perversos de un sistema que no se asienta en la propiedad bien definida y defendida, soporte de los intercambios que tejen el entramado de relaciones voluntarias que llamamos «mercado libre» y que dejan un poso, una pauta de buenos usos y costumbres que otorga a la sociedad las condiciones adecuadas para desarrollarse.

En la Irlanda de entonces, bajo control inglés, una serie de medidas administrativas contrarias al Common Law propiciaban o reforzaban los sucesivos expolios de tierras a manos de los protestantes, bien avenidos con Londres. Los nuevos terratenientes, no obstante, se resistían a vivir en sus terrenos. Tenían una relaciones muy malas con el labrador irlandés, y nunca llegaron a considerar que su título sobre las tierras fuera del todo seguro.

En esas condiciones, con desconfianzas mutuas, revueltas campesinas y propietarios a distancia, la propiedad nunca estuvo bien asentada. En consecuencia, no pudo servir de núcleo de ese orden de cooperación humana que es el mercado. Los propietarios querían hacer una explotación intensiva; no pensaban en el futuro, en el que quizás su título no valiera para nada. Por lo que se refiere a los trabajadores, el gran economista Nassau Senior observó que los irlandeses «trabajan duro en Gran Bretaña y en los Estados Unidos de América», pero que en su propio país eran «indolentes». El resultado de todo ello fue la Gran Hambruna, que diseminó a gran parte de ese pueblo por varios confines del mundo, si bien el destino principal fue Estados Unidos.

El episodio que vamos a seguir en este artículo es el perfecto contraejemplo. Lo que vemos en la Irlanda de hoy es el parcial abandono de alguna de las medidas intervencionistas más perniciosas, que habían dejado a la sociedad y la economía del país en un sumidero. Y cómo la parcial liberación de algunas de las ataduras al libre empeño económico ha resultado en un descollante éxito, que no ha dejado de llamar la atención mundial.

El lento camino a la integración comercial

El comienzo del siglo XX fue terrible para el liberalismo, que cedía sin remisión ante nuevas corrientes socialistas y nacionalistas. Irlanda no fue una excepción, pero en su caso coincidió con el momento de su reconocimiento como Estado Libre, en 1922. Los independentistas eran claramente proteccionistas. Identificaban a su tradicional enemigo, Gran Bretaña, con el librecambio, y a éste con el hambre que había diezmado la población, hasta dejarla en tres millones de almas. Si a ello sumamos la tendencia histórica del momento, parece que el proteccionismo fue entonces la única opción que se podía considerar.

Irlanda rompería los lazos con sus opresores y demostraría en la economía la misma independencia y autosuficiencia que en la política. Se fijaron aranceles muy altos y se esperó a que el pueblo irlandés resurgiera, recuperando su posición en la historia. Se prohibió el control extranjero de numerosas industrias, y, en muchas de ellas, incluso el de los empresarios irlandeses; por ejemplo, en el comercio marítimo o en la producción de energía eléctrica, que se nacionalizaron y cayeron en manos del nuevo Estado. Más que nunca, Irlanda era una isla. Los resultados esperados nunca llegaron, y los irlandeses continuaban emigrando, votando «con los pies» en contra de la política económica de su país. Nada de ello impidió que el proteccionismo continuara hasta la década de los 50.

El fracaso era demasiado persistente como para no ser tenido en cuenta: la economía languidecía, con pequeñas empresas nacionales orientadas hacia el minúsculo mercado local. Entonces se empezó a ver con otros ojos la inversión extranjera. En 1956 se decretó que las inversiones orientadas a la exportación quedaran libres de impuestos durante quince años, y ocho años después se volvió a autorizar a los extranjeros la posesión de compañías irlandesas. Pero los aranceles frenaban la importación de los bienes de capital necesarios para las nuevas industrias, de modo que se fue haciendo cada vez más evidente que la Administración debería comenzar a bajarlos, y así se hizo. De forma progresiva se fueron instalando empresas multinacionales muy tecnificadas y dinámicas, orientadas a la venta al mercado mundial; el resto de la economía era incapaz de competir internacionalmente, y la situación económica general siguió estando ahogada por las regulaciones, el proteccionismo superviviente y el peso del Estado.

La apertura a la economía internacional se completó con el Acuerdo Anglo-Irlandés de Libre Comercio (1965) y el ingreso en la Comunidad Económica Europea (1973). Este último paso sería muy importante, pues forzaría a una nueva apertura y al respeto de ciertas normas características de la economía de mercado. Esta progresiva apertura al comercio internacional permitió un crecimiento notable (un 4% de 1961 a 1970), pero era incapaz de crear empleo.

Crisis y reforma

Y es que aún quedaban muchos conceptos por abandonar. Irlanda seguía la tendencia del momento, que apostaba por el Estado como instrumento clave para un desarrollo económico ordenado. El gasto público no dejó de crecer, y con él la deuda, que en 1979 era del 70% del PIB y que puntualmente llegó a alcanzar el 160%. Ni que decir tiene que los inversores desconfiaban cada vez más de la situación financiera del país, y el nombre de Irlanda iba desapareciendo de las carpetas de inversión de las grandes empresas. En los primeros años 80 el déficit público rondaba el 12%, mal contra el que se quiso luchar elevando los impuestos sobre los irlandeses, lo que a su vez desincentivaba aún más el trabajo y la producción.

El Estado estaba en quiebra, el modelo económico había agotado su pobre capacidad de crear riqueza y se destruía empleo. Por cada 100 trabajos de 1979 se mantenían 95 en 1986, año en que la tasa de desempleo alcanzó el 17%. De nuevo volvía la emigración como solución a la pobreza nacional, que en 1989 alcanzaba a 12 de cada 1.000 habitantes (400.000). El fracaso era evidente. Se había probado casi de todo y nada daba resultado.

Pero los irlandeses, conscientes de su propia situación, estaban maduros para tomar las medidas necesarias. Las crisis económicas pueden ser propicias para las reformas liberales, si las circunstancias son favorables. Ocurrió una década antes en la vecina Gran Bretaña, con el primer Gobierno de Margaret Thatcher, así como en Estados Unidos tras la llegada de Ronald Reagan al poder, en 1981. A finales de los 80 otro país anglosajón, éste en los antípodas, Nueva Zelanda, había llegado a otra crisis económica e institucional que llevó al Gobierno laborista a hacer una profunda reforma de signo liberal, coronada con un rotundo éxito. Irlanda haría exactamente lo mismo.

En 1987 fue elegido un nuevo Gobierno, con el mandato acabar con la evidente crisis. Pese a gobernar en minoría, Charles Haughey, en su vuelta a la presidencia, logró implantar medidas impopulares pero respaldadas por el evidente éxito de la política de Thatcher en Gran Bretaña. Es entonces cuando cambia el sistema fiscal, caracterizado, como muchos otros, por los altos tipos impositivos y falto de incentivos para la exportación. El tipo máximo para personas físicas era del 58%, y para las empresas nada menos que del 50%. Además de confiscatorio e injusto era claramente ineficaz, pues casi exigía a los contribuyentes que ocultasen sus rentas al fisco, una práctica muy generalizada. El nuevo Gobierno decretó una amnistía fiscal previa a sus reformas, por la que daba a los renuentes seis meses para poner en claro sus cuentas, sin penalizaciones y sin exigencia del pago de intereses.

Impuestos, apertura y desregulación

Se introducen entonces tres regímenes especiales: 1) el International Financial Services Centre, aplicable a las empresas situadas en la Customs House Docks Area de Dublín; 2) la Shannon Free Airport Zone, aplicable a empresas radicadas en una zona definida alrededor del aeropuerto de Shannon, y 3) el Régimen Especial para la Fabricación de Bienes, aplicable en todo el territorio irlandés, si bien el concepto de «fabricación» ha tenido que irse definiendo con el tiempo, por medio de la doctrina administrativa y la jurisprudencia. Estos tres regímenes se caracterizan por un tipo reducido del 10% en el Impuesto de Sociedades sobre las rentas derivadas de ciertas operaciones. A ello se sumaba la libertad de amortización para plantas fabriles, instalaciones, maquinaria y edificios, y el que los arrendatarios de los edificios tuvieran además la posibilidad de deducirse el 200% del alquiler.

Todos ellos se mostraron muy eficaces en la atracción de inversiones foráneas, pero la Unión Europea los calificó de «perniciosos», y de hecho forzó a Irlanda a llegar a un acuerdo con Bruselas para ponerles fin. Los dos primeros dejaron de existir el año pasado, y el tercero lo hará en 2010. Pero el buen ejemplo local y sectorial de estos tres regímenes especiales llevó a los responsables irlandeses a darse cuenta de que el camino a la prosperidad venía de favorecer la llegada de capital extranjero, con bajos tipos impositivos y bajos aranceles, a la importación y a la exportación, que permitieran a las empresas de fuera utilizar Irlanda como base para el resto del mundo.

Por ello, a comienzos de los 90 Irlanda acordó con la UE sustituir en 1998 los regímenes especiales por un sistema fiscal general, que en 2003 rebajó el tipo máximo al 12,5%. Incluía la deducción de los impuestos pagados en el extranjero, para eliminar la doble imposición, por un método de imputación ordinaria con el límite del impuesto sobre sociedades que correspondería pagar en Irlanda.

Las ganancias patrimoniales de activos afectos a la realización de determinadas actividades tributan al 20%, y el resto de ganancias patrimoniales al 25. Este modelo se ha mejorado en 2004, con un sistema de exención de ganancias patrimoniales obtenidas en la transmisión de participaciones en sociedades extranjeras con actividad empresarial. Además, no están sujetos a las normas de transparencia fiscal internacional.

Por otro lado, desde la segunda mitad de los 80 se hizo un decidido esfuerzo para controlar la pesada deuda pública. La diferencia respecto a otros intentos anteriores fue el camino elegido: el recorte en los gastos, no la subida de unos impuestos que, precisamente, se estaban reduciendo en los tres regímenes especiales. Los ingresos no hicieron más que crecer. Todo ello permitió rebajar la deuda pública del 160 al 40% en 1999. Los tipos de interés acompañaron a la deuda en su caída, y el efecto crowding out (anglicismo que se utiliza para designar el acaparamiento por parte del Estado de los medios que de otro modo utilizaría la sociedad) era cada vez menor. Se cerraron varias oficinas y departamentos públicos, se destruyeron numerosos puestos de trabajo al servicio del Estado y se cancelaron numerosos programas de gasto. Los irlandeses tenían más medios en sus manos que antes, y hacían de su dinero un uso económico más racional que el que hace el Estado.

Si bien se ha destacado de la exitosa experiencia irlandesa su apertura al exterior y su reforma fiscal, la reducción del gasto público no puede ser el último elemento en contribuir al resurgimiento económico del país. La práctica totalidad del empleo generado a partir de 1993 pertenece al sector privado. La incapacidad de la economía irlandesa de generar empleo había concluido.

Este cambio de orientación hacia una mayor confianza en la sociedad no se limitó al aspecto fiscal o a la apertura al comercio mundial. También se inició una progresiva política de desregulación que ha sido muy beneficiosa para los irlandeses. Se liberalizó el mercado aéreo, lo que permitió una caída de tarifas que dio alas al turismo local; se relajó el monopolio estatal en el mercado de telecomunicaciones y se obviaron algunas normas especialmente dañinas: ahora es una de las áreas de la economía nacional que más riqueza y trabajo crean. Además, según apunta el Economist Intelligence Unit, «los acuerdos contractuales son seguros, y tanto el Poder Judicial como la Administración Pública son altamente eficientes». Una seguridad jurídica que da confianza a los inversores. No olvidemos las palabras de John Keynes: «No hay nada más tímido que un millón de dólares». También se ha desregulado el sector financiero, lo que, unido a la entrada en el euro, en 1999, le ha otorgado una confianza y una efectividad notables. El Departamento de Estado norteamericano ha observado que «el crédito se adjudica según las condiciones del mercado y no hay discriminación entre las compañías irlandesas y las extranjeras (…) El sistema bancario en Irlanda es sólido».

Se ha dicho que Irlanda ha basado su prosperidad, en buena medida, en las ayudas de la Unión Europea. Éstas fueron incrementándose a lo largo de los 80, hasta alcanzar un máximo del 6,2% del PIB en 1991; desde entonces han caído sustancialmente. Irlanda puede haber sido la nación que más fondos europeos per cápita ha recibido, favorecida por su pobreza inicial y su reducido tamaño. Pero también han sido importantes en Grecia, Portugal y España, que han obtenido resultados económicos que en absoluto se pueden comparar con los de aquélla. Entre 1990 y 2000 la tasa media de crecimiento en Irlanda fue del 7,1%, mientras que en los mismos años Portugal lo hizo un 2,6%, España un 2,5 y Grecia un 2,2. Debemos rechazar, por tanto, la idea de que son los fondos europeos, más que el radical cambio de política económica, lo que ha permitido a Irlanda estar donde está.

Sirva de muestra cómo ha evolucionado el país en los dos índices que intentan aproximarse a una medida de la libertad económica: el elaborado por la Heritage Foundation y el Wall Street Journal y el de los institutos Cato y Fraser. El primero, que otorga cinco puntos al país económicamente más reprimido y uno al idealmente más libre, daba 2,20 a Irlanda en 1995 y 1,58 en su última edición (2006), lo que le convierte en el tercer país más libre del mundo por lo que al empeño económico se refiere. El otro índice, que puntúa de cero a diez (a más libertad, más puntuación), otorgaba a Irlanda 6,2 puntos en 1980 y 7,9 en 2003. Para los institutos Cato y Fraser es la octava economía más libre. En esa transformación reside el éxito de Irlanda.

La inversión extranjera

Ya hemos visto cómo Irlanda fue pasando del ideal autárquico a una progresiva apertura al exterior. Si en un momento dado los inversores dejaron de confiar en el país fue por su lamentable situación financiera y los altos tipos impositivos. Con las sucesivas reformas, la inversión foránea volvió a confiar en la economía irlandesa. La creación de las tres áreas fiscales especiales no supuso una avalancha inmediata de inversión extranjera (FDI, por sus siglas en inglés). Los inversores necesitan saber que los bajos tipos impositivos se mantendrán en el futuro, y con la Unión Europea intentando acabar con el sistema irlandés muchos mostraban aún sus dudas. Pero antes incluso de que Irlanda llegara a un acuerdo con la UE, en 1998, la confianza en la decisión de la Administración de mantener bajos los tipos a largo plazo fue alentando la FDI. Si en 1997 el capital foráneo, principalmente estadounidense, invertía 2.710 millones de dólares, un año más tarde eran ya 8.860, 18.200 en 1999 y 25.780 en 2000. La inversión extranjera crea casi la mitad del empleo en Irlanda, aporta tres de cada cuatro euros de la producción industrial y cuatro de cada cinco de las exportaciones.

Para hacerse una idea de la medida de la transformación de la economía irlandesa, valga decir que durante la década de los 60 el empleo se mantuvo estable, en los 70 se creó un 1%, en la siguiente incluso se destruyó, pero de 1991 a 1995 el signo volvió a cambiar, con un aumento del 2%, y del 4,3 entre 1996 y 2000. Entre 1993 y 1999 la fuerza laboral aumentó un 35%, y la tasa de desempleo cayó del 16 al 6%. El PIB per cápita de Irlanda en 1970, en paridad del poder de compra (Estados Unidos = 100), era de 41,9, inferior al de España (47,8). Nuestro país alcanzó los 57,5 puntos en 2000; los irlandeses, 81,7…

El signo de la migración volvió a cambiar: en 1995 se dejó de producir emigración neta, y desde el año siguiente el problema de Irlanda ha sido el opuesto al que estaba acostumbrada: muchos vuelven a casa, y llegan no pocos extranjeros. El PIB ha crecido en los 90 un 7,1% anual de media, y un 5,1 entre 2000 y 2004. El PIB per capita (en dólares actuales) se situó en 34.310 dólares en 2004, por encima de los 33.630 de Gran Bretaña y de los poco más de 30.000 de Francia o Alemania.

Conclusión

Cuando la producción empezó a acelerarse, muchos no se lo creían. «Economía suflé», la llamaban, o «recuperación sin empleo», porque en este rubro se tardó en mejorar. Pero cuando comenzó a hacerlo desaparecieron los comentarios despectivos, y se acumulaban los que hablaban del nuevo «milagro económico». En economía no hay milagros: si alguien utiliza esa expresión es porque no tiene explicación para los fenómenos que ocurren ante sus ojos. Pero la hay.

En primer lugar, el evidente fracaso del modelo que espera del Estado el desarrollo económico llevó a los responsables irlandeses a optar por un cambio de rumbo, más favorable a la iniciativa individual. Estas reformas no surgieron de la convicción íntima en la capacidad de la sociedad para gestionar sus asuntos, sino de la mera necesidad, del vértigo que producía el abismo económico que se avecinaba. Pero no cabe duda de que el éxito de Estados Unidos y Gran Bretaña debilitó muchas resistencias. Súmese a ello que, desde la concesión del Nobel a Hayek en 1974, por elegir una fecha, las ideas liberales sobre la economía comenzaron a tomar impulso, en coincidencia con el fracaso histórico del keynesianismo.

El Gobierno de 1987 pudo introducir unas reformas fiscales que ayudaron a aumentar la inversión extranjera. La irlandesa se incorporaba con total decisión a la economía mundial, con grandes empresas foráneas, principalmente estadounidenses, produciendo en suelo irlandés para la exportación. No olvidemos que Microsoft tiene allí su centro mundial para la distribución de sus productos. Esa integración económica ha forzado la desregulación de ciertos mercados, como el aéreo o el de las telecomunicaciones, con resultados más que notables.

Pero el éxito estaría lejos de ser completo si no fuera porque en Irlanda el Estado de Derecho está perfectamente asentado y los contratos privados no quedan en el aire, o al albur de los juegos políticos.

Se puede salir de la relativa pobreza en una sola generación. Eso es, precisamente, lo que ha hecho Irlanda.

Rouseff se queja de política monetaria de EEUU

 

El presidente estadounidense Barack Obama (d) conversa con su homóloga brasileña Dilma Rousseff (i) durante un encuentro en el despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, EE.UU hoy 9 de abril de 2012. Obama y Dilma Rousseff revisarán una amplia agenda bilateral con especial atención en la cooperación en comercio, energía y educación.
El presidente estadounidense Barack Obama (d) conversa con su homóloga brasileña Dilma Rousseff (i) durante un encuentro en el despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, EE.UU hoy 9 de abril de 2012. Obama y Dilma Rousseff revisarán una amplia agenda bilateral con especial atención en la cooperación en comercio, energía y educación.

KEVIN DIETSCH / POOL / EFE

Por LUIS ALONSO LUGO

AP

WASHINGTON — La mandataria brasileña Dilma Rousseff se quejó de que la política monetaria estadounidense complica el crecimiento de las economías emergentes, al visitar el lunes al presidente Barack Obama en la Casa Blanca.

Rousseff dijo a periodistas tras su encuentro con Obama que le expresó su preocupación sobre políticas monetarias expansionistas porque “en definitiva provocan una depreciación en el valor de las divisas de los países desarrollados, lo que complica las perspectivas de crecimiento de las economías emergentes”, agregó.

Brasil ha acusado anteriormente a Estados Unidos de propiciar una guerra de divisas al mantener tasas de interés muy bajas y un dólar débil con el objeto de aumentar sus exportaciones y así apuntalar su débil crecimiento económico interno, lo cual ha provocado un intenso flujo de divisas a Brasil y otras economías emergentes, con sus consecuentes presiones inflacionarias y revaluación del real.

Brasil y otras economías emergentes han experimentado crecimiento económico en los últimos años, mientras que Estados Unidos y la zona euro han padecido crecimiento escaso, alto desempleo y endeudamiento.

Rousseff halagó el papel desempeñado recientemente por el Banco Central Europeo por prevenir una crisis de liquidez de “proporciones sustanciales, que afectaría negativamente a todas las naciones”.

Al hablar a periodistas antes que Rousseff, Obama no hizo mención a la política monetaria. Dijo en cambio que “nuestro comercio está alcanzando niveles récord” al referirse a los 74.000 millones de dólares facturados por ambos países en 2011.

Los dos jefes de estado se comprometieron a agilizar la emisión de visas para turistas y viajeros de negocios de sus respectivos ciudadanos, con la meta de incluir a Brasil en la lista de países cuyos ciudadanos no requieren visas para visitas a Estados Unidos de hasta 90 días de duración, y crear en Brasil un proceso de corta duración para emitir visas a profesionales.

La secretaria de Estado Hillary Clinton anunció que abrirá próximamente dos consulados en Belo Horizonte y Porto Alegre para “satisfacer la demanda en países donde han sobrepasado nuestra capacidad. Hemos progresado”.

Clinton no especificó cuándo comenzarán a operar los dos consulados, que buscan reducir los costos en que incurren los brasileños para viajar hasta los consulados para obtener visados estadounidenses, los cuales pueden elevarse sensiblemente debido a las grandes distancias que separan a las ciudades en el país sudamericano.

Hasta marzo de este año, los consulados de Estados Unidos en Brasil procesaron 296.637 solicitudes de visas, 56% más que el mismo período de 2011, que había sido el más alto registrado hasta entonces. Los consulados están actualmente en Brasilia, Sao Paulo, Rio de Janeiro y Recife.

Empresarios estadounidenses y brasileños solicitaron la semana pasada a los mandatarios de ambos países que exploren cómo facilitar la emisión de visas para los viajeros de negocios.

Los dos mandatarios acordaron también la creación de un comité para colaboración en temas de defensa, que celebrará su primera reunión el 24 de abril en Brasil y representa una cooperación en defensa “de un nivel que no hemos visto anteriormente”, dijo Obama.

Brasil se ha opuesto a sanciones recientes de Estados Unidos a Irán y Siria, pero a la vez espera apoyo de Washington para obtener un puesto permanente de concretarse la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU. Obama se limitó a expresar que “aprecia la aspiración de Brasil” aunque sí coincidió en la necesidad de ampliar el órgano para hacerlo más representativo.

En una reunión prevista apenas días antes de que ambos coincidan en Colombia el fin de semana para asistir a la Cumbre de las Américas, los mandatarios abordaron la turbulencia en Medio Oriente, la crisis financiera global y acordaron coordinar posiciones en el Grupo de los 20 (G20), cuya cumbre presidencial tendrá lugar en junio en Cancún.

Por otra parte, el representante comercial estadounidense Ron Kirk anunció haber iniciado el lunes con su contraparte brasileño Fernando Pimentel el proceso para que Estados Unidos designe a la Cachasa como un producto auténtico de Brasil, y para que Brasil designe a los whiskeys Bourbon y Tennessee como productos originarios de Estados Unidos.

La oficina de Comercio e Impuestos Derivados del Alcohol y Tabaco (TTB por sus siglas en inglés), adscrita al departamento del Tesoro, solicitará en breve comentarios del público sobre los planes de este acuerdo comercial con Brasil. Si TTB promulga posteriormente una regulación definitiva que designa a la Cachasa como un producto brasileño, entonces Brasil reconocerá a los whiskeys Bourbon y Tennessee como productos de Estados Unidos.

El proceso para reconocer el origen de las bebidas alcohólicas comenzó dos meses después de que Washington cancelara abruptamente la compra de 20 aviones Super Tucanos, fabricados por la brasileña Embraer, lo que generó molestia de parte de Brasil. La transacción ascendía a 380 millones de dólares.

La cancelación coincidió con el análisis de Brasil para comprar 36 aviones de combate para renovar su flota militar, en una operación valorada en al menos 5.000 millones de dólares en la que participa la estadounidense Boeing con el avión F-18 Super Hornet. Los otros dos aviones en la disputa son el Rafale de la francesa Dassault y el Gripen NG de la sueca Saab.

La secretaria Clinton también anunció la firma junto a su contraparte brasileño Antonio Patriota de un memorando de cooperación binacional para la aviación, el cual busca “promover más viajes aéreos y más seguros entre nuestras naciones, lo que beneficia a nuestros sectores de aviación, viajes de negocios y turismo”.

Rousseff inició el lunes una visita de dos días a Estados Unidos un año después de que Obama visitara Brasil en 2011, en la primera escala de su gira latinoamericana que incluyó también Chile y El Salvador.

El martes Rousseff se trasladará a Boston donde visitará las universidades de Harvard y Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde se reunirá con investigadores brasileños.

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Gobierno de Chile lamenta los comentarios “sexistas” contra la líder estudiantil Camila Vallejo

Foto: EFE/Stephanie Pilick

(Santiago de Chile, 9 abril. EFE).- El Gobierno de Chile lamentó hoy los comentarios del diputado de la oficialista Unión Demócrata Independiente (UDI) Felipe Ward, quien aseguró en twitter que la líder estudiantil Camila Vallejo “da para concurso de belleza y nada más”.

La ministra del Servicio Nacional de la Mujer, Carolina Schmidt, criticó este lunes los dichos del legislador al señalar que todo comentario basado en el físico de una mujer para descalificarla “es lamentable”.

En su cuenta en la red social twitter, Felipe Ward desafió el pasado sábado a la dirigente estudiantil, actual vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), al señalar que “cualquier diputado UDI la deja en ridículo en elecciones”.

“¿Se atreverá la miss comunismo?”, subrayó el parlamentario del ultraconservador partido de Gobierno en su cuenta.

La ministra Schmidt dijo también a través de la red que “los dichos del diputado no ayudan a erradicar el machismo en Chile”.

Los usuarios de twitter se manifestaron rápidamente contra los comentarios de Ward y los tildaron de homofóbicos, sexistas, básicos y discriminatorios.

Camila Vallejo, que el año pasado encabezó en Chile las protestas de los estudiantes secundarios y universitarios en demanda de una educación pública de calidad y gratuita y que este fin de semana finalizó una visita a Cuba en el marco de los 50 años de las Juventudes Comunistas, no se ha referido por ahora a las palabras del parlamentario.

Meses atrás, el mismo diputado había calificado a Vallejo como “protestante profesional con carita de santa”, tras el apoyo de la dirigente a los habitantes de la región norteña de Arica, que protestan por el aislamiento regional que sufren

Aznar dice que España ha erosionado sus activos en Iberoamérica

Foto: EFE / Román Ríos

(Cádiz – España, 10 de abril. EFE).- El expresidente del Gobierno español José María Aznar dijo hoy que los activos de España en Iberoamérica “se han erosionado” en los últimos años.

En su opinión, el nuevo Gobierno español, con el conservador Mariano Rajoy como presidente, se ha puesto ya “manos a la obra” para “recomponer” la situación, en una región que actualmente “es un gran ejemplo de muchas cosas buenas”.

Aznar hizo estas reflexiones en la presentación del informe “América Latina. Una agenda de libertad 2012″, que la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que él preside, celebró hoy en el Oratorio San Felipe Neri de Cádiz, el mismo escenario en el que hace 200 años fue promulgada la Constitución de 1812.

Acompañado del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, y de exministros de su partido, el Partido Popular (PP), Aznar reivindicó que España “debe recuperar su vocación atlántica, inconcebiblemente abandonada en los últimos años”.

En ese sentido, García-Margallo señaló que “España está de vuelta y ha vuelto para quedarse” y para recuperar su papel como “abanderado de Iberoamérica en la Unión Europea”.

“La UE y España en particular deben corregir el rumbo si no queremos perder nuestra presencia” en la región, sostuvo.

El ministro explicó que en los diez últimos años “las cosas han cambiado de una forma evidente” y ahora, al contrario de lo que pasaba entonces, el crecimiento de Iberoamérica “es mucho más rápido que en la UE” y los “procesos de integración avanzan a mayor velocidad” en la región americana que en el viejo continente.

Apuntó que espera que la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica que se celebrará en Cádiz (sur español) el próximo mes de noviembre será “una oportunidad de reflexionar” y aventuró que esta cita “será el principio de un nuevo camino” en las relaciones entre España e Iberoamérica.

En ese sentido, Aznar recalcó que la “densidad” de las relaciones de España con Iberoamérica es un “indicador inequívoco de nuestra propia salud política como país y de la claridad de la visión que albergamos de la posición de España en el mundo”.

El expresidente español explicó que, aunque “siempre hay excepciones”, en Iberoamérica “son muchas más las luces que iluminan el presente y que permiten entrever un futuro mejor”, pues “la democracia representativa y la economía de mercado se han asentado ampliamente en ella en los últimos años”.

Según Aznar, en los últimos años en Iberoamérica “se ha reducido la pobreza, aunque las desigualdades sociales siguen siendo inaceptables y van consolidándose unas amplias clases medias que generan crecimiento económico, estabilidad institucional y moderación política”.

Hay un nuevo papel internacional para América Latina. Aunque existen algunos procesos inquietantes, las amenazas del populismo se han atenuado”, aseguró, para insistir después en que en la región quien no tiene “historias de éxito que contar son los que han elegido los viejos caminos, las viejas políticas”.

Dos mujeres en el «sube y baja»

Dos mujeres en el «sube y baja»

Dilma-CKF

Por Emilio J. Cárdenas

El Diario Exterior

En verdad, es aún más alta que la que alguna vez tuvieran sus predecesores, el estadista Fernando Enrique Cardoso y el ex gremialista Luiz Inacio Lula da Silva. Esto es lo que indica claramente un reciente sondeo de opinión realizado por la propia Confederación Nacional de la Industria del Brasil.

La aprobación que recibe Dilma Rousseff es del orden del 77% de los entrevistados. Casi ocho de cada diez brasileños la aplaude, encontrando que su gestión es positiva. En los últimos cinco meses, pese a las dificultades económicas de un mundo convulsionado, su popularidad creció cinco puntos porcentuales. En gran medida porque aún ante las enormes dificultades externas Brasil logró seguir creciendo y eliminando pobreza, mientras creaba empleo. En contratara, los rechazos a su labor de gestión disminuyeron y están en apenas un 19% de los entrevistados. Lo que es notable.

Curiosamente, la aprobación que recibe la gestión de su gobierno es sustancialmente menor, del 56%. Aquí hay un 8% que entiende que esa labor es simplemente pésima. Ocurre que hay insatisfacción respecto de algunos temas. La gente se queja de la fuerte presión tributaria, que entienden excesiva y contraproducente; de la inseguridad personal que ciertamente va en aumento; y de lo que sucede en el campo particular del cuidado de la salud de la población. En todos estos capítulos la desaprobación alcanza a más del 61%.

La gente aplaude particularmente la actitud clara de rechazar presiones de la primera mandataria. Y la falta de retórica para, con ella, disimular errores. Especialmente cuando los aliados del gobierno reclaman favores o cargos en la administración. Pese a que esta actitud de corte transparente amenaza con fracturar eventualmente las mayorías en el Congreso del país vecino.

En abierto contraste, la presidente de nuestro país, Cristina Fernández atraviesa por un período de pérdida acelerada de popularidad.

Con la economía cerrada caprichosamente y en franca desaceleración; los subsidios masivos y desordenados en tren de desaparecer; la inflación en peligroso aumento; una grave y ahora sonora tensión con el resto del mundo por la política comercial proteccionista que se ha puesto en marcha en nuestro país asilándolo de los demás y por una inquietante nueva sensación de fuga de capitales que está encareciendo nuevamente al dólar marginal, el panorama político y económico parecería estar complicándose para ella.

El momento es algo así como la contra-cara del que hoy vive Dilma Rousseff. Euforia, animación y optimismo en el Brasil. Mediocridad en la conducción, ahogo y un ambiente de pesimismo creciente en la Argentina

Por todo esto el blanco y el negro que aparecen -en contraste- entre lo que están haciendo Cristina Fernández y Dilma Ruosseff en sus propios escenarios cuando de calificar a sus respectivas gestiones se trata.

Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

ALTO

¿CUBA O BRASIL?:

Fue la propia Cancillería venezolana la que en un comunicado el pasado martes 3 anunció que el presidente Chávez tras hablar con su ex colega Lula da Silva tenía previsto viajar a Sao Paulo para saludarlo y conversar sobre distintos tópicos entre los que destacaba el tema del cáncer que afecta a los dos amigos. La verdad tras todo ello es que el ex mandatario brasileño ha estado insistiéndole infructuosamente a Chávez que se trate con los médicos del Hospital Sirio Libanés de Sao Paulo desde agosto del año pasado. Casi convencido tras los resultados del último PET Scan que indican daños en otros órganos y errores en la aplicación del tratamiento cubano el impaciente paciente decidió por unos horas llamar a Lula y planear una revisión en el HSLSP, disimulada con la visita al paciente ambulatorio que trata de recuperar el normal funcionamiento de la laringe tras una operación para removerle un tumor canceroso el año pasado. El extraño accionar de la cancillería obedecía a preparar el ambiente. Un avión Falcon de la Casa Militar llevó a Sao Paulo una avanzada de funcionarios a los que no les volvieron a aceptar las peticiones de confidencialidad y seguridad exageradas como el 2011.

Otra indicación del intento de viaje fue la declaración ofrecida el 5A por el médico Raúl Cutait, del hospital paulista y quien fue el cirujano que operó a Lula cuando señaló que “es posible que Chávez sea convencido de someterse a algunos exámenes aquí”. Mientras eso sucedía en el Sur más al norte, en Barinas, Chávez tomaba la decisión de seguir con el tratamiento en La Habana. Pesó más que su vida su fidelidad al anciano Fidel Castro. “No le puedo hacer eso a Cuba. Se nos cae todo lo que hemos hablado de la misión Barrio Adentro y los médicos cubanos. Dudar en este momento de la calidad de la medicina antillana sería una puñalada a Fidel y Raúl y al pueblo cubano que me han dado todo su cariño y dedicación”. Palabras más palabras menos fueron el dialogo con sus familiares y allegados. Discrepancias fuertes hubo en Barinas. Los temas metástasis y quimioterapia seguirán siendo un tabú. Hasta cuándo no se sabe.

Supe inclusive que para el último retorno a Barinas pidió le aplicaran de nuevo una pequeña dosis de esteroides para verse mejor a pesar de la prohibición médica. Con Lula y Rouseff coordinó que el médico brasileño que ha estado varias veces en Cuba dando su opinion profesional siga supervisando los procedimientos a aplicarse. Recuerden que de esta cooperación entre dos médicos de Brasil y dos de Venezuela, he hablado en anteriores runrunes. Ya una vez aquí reseñé aquella frase de la actual presidenta de Brasil, que ayer dialogaba con Obama en la Casa Blanca antes de volver a encontrarse en Cartagena esta misma semana, refiriéndose a que el afán de seguridad de su colega venezolano en Cuba seria su perdición en cuanto a su salud. El laberinto que debe tener el comandante presidente en su cabeza no se le desea a nadie…

MEDIO

EL GRAN ACTOR:

La puesta en escena fue impecable. Las lágrimas suyas fueron verdaderas a pesar de que en el guión -que de vez en cuando leía- estaban las de cocodrilo. La realidad sobrepasó a la ficción pues el caudillo sabe, desde hace meses, la verdad de lo que lleva por dentro. Por eso su negación a las palabras metástasis y quimioterapia y la insistente repetición de que todos los exámenes están perfectos. Ya por su verbo lo conocemos. Son catorce años de discursos en los que se contradice con demasiada frecuencia. Sólo ver los breves recuentos que hace Globovisión bajo el título “Aunque Usted no lo crea” le sirvieron a su amiga Cristina Kirchner para alertarlo, apenas comenzaba la enfermedad, de que si seguía hablando para adelante y para atrás le iban a cazar las mentiras en algún momento. No fue un hecho imprevisto ni nada familiar el montaje barinés. Cadena oficial de por medio y puesta en escena milimétrica le sirvieron para su campaña mediática de dar lástima, mostrarse invencible aún y retar al Creador exigiéndole más tiempo de vida, tal cual las órdenes que imparte a sus sumisos colaboradores y que estos cumplen a pie juntillas sin chistar.

Un presidente que ha estado en permanente ataque a la Iglesia Católica y su jerarquía desde abril del 2002 y que desde julio pasado ha estado en permanente periplo por los altares de los santuarios más importantes, como el Santo Cristo de la Grita o la Virgen de Coromoto, no ha escatimado seguir ofendiendo a los obispos bien sea por sus propias palabras o a través de los narcoprófagos contratados para el juego sucio. En nuestro portal www.runrun.es presentamos el trabajo minucioso de un colega que nos permitió recordar sus groseras palabras contra el Cardenal cuando lo llamó pervertido, maleante e inmoral; a los obispos demonios y vagabundos; a Cristo comunista; al Papa que no era ningún embajador de Cristo en la tierra; que no hay un mas allá sino un acá; que como había sido monaguillo sabía que a Eva no la sacaron de una costilla de Adán y aquella despedida al fallecido Cardenal Velasco prometiéndole encontrarse ambos en el infierno.

Su presión para que el Papa Benedicto XVI le diera le bendición en La Habana es una demostración adicional de la procesión que lleva por dentro y por la que su madre ora y ora desde la tercera intervención quirúrgica en Cuba. Notoria fue la ausencia de sus hijas en el montaje barinés empeñadas como han estado, según cuentan los médicos brasileños, en que su padre se tratara en Sao Paulo como insiste Lula desde agosto de 2011. El día de esa misa en cadena aún estaban en el tira y encoge entre Cuba y Brasil para seguir con el tratamiento. Llamadas iban y venían entre el enfermo y sus amigos Lula y Fidel. Sin embargo, montaje o no, la verdad es que la emoción del acto hizo que los temores del caudillo quedaran al descubierto. Escondidos o no por el guión perfecto se hicieron visibles. Ya no pidiendo milagros o curaciones sino un tiempo más de vida para terminar de hacer lo que todavía le falta por completar. A confesión de parte no queda duda que las pruebas fueron relevadas…

BAJO

LA DURA REALIDAD:

Molestia, por decir lo menos, en el alto gobierno por las sinceras declaraciones del presidente de Uruguay, Pepe Mujica, en torno a que “cuando pase Chávez” no habrá “construido ningún socialismo”. Consideran que dio como un hecho su desaparición. Mujica fue más allá expresando que aunque admira el Socialismo del siglo XXI, “no es el camino que elegiría” y más tajante al al afirmar que los gobiernos no deben ser “tan de izquierda como pensábamos hace 40 años, ni pueden ser tan de derecha como cosas que vimos en esta América. La aguja parece que se va arrimando un poco al centro”. Como si fuera poco el candidato radical de izquierda francés, Jean-Luc Mélenchon, señaló que escogería a Correa y a Lula como ejemplos antes que a Chávez. Y en Malí, a pesar del “apoyo incondicional de Venezuela” en un comunicado oficial, el presidente Amadou Toumani Touré renunció el domingo allanando el camino para que los soldados que lo derrocaron entreguen el poder a la Asamblea…

BASURA:

Así como arrancaron acusando a Capriles de haber preparado el ataque en su contra en Cotiza y poco a poco se les fue desinflando a pesar de la feroz campaña en los medios rojos y añadir, además, por boca del propio caudillo, que se sabia de un plan para asesinar al candidato de la Unidad para provocar un caos institucional, las maquinaciones no cejaron en la Semana Mayor. El nuevo plan diseñado es acusar a los “enemigos del régimen”, léase partidos democráticos participantes en las exitosas primarias, de estar detrás de los asesinatos de figuras como la hija del Cónsul de Chile, el representante de Caramelos de Cianuro, el diputado del Psuv Bolivar Juan Carlos Figarella y el ex gobernador de Apure Jesús Aguilarte. La macabra idea, una más a ejercitar en este año electoral, no ha podido ser implementada a fondo ni con la rapidez requerida pues los señalados de cometer los hechos fueron apresados con inusitada velocidad y por sus características no parecieran servir para dicho propósito. La máquina de la maldad alimentada por el billete sin control desde el gobierno esta funcionando. !Y cómo!…

La naturaleza benévola del capitalismo

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Algunas nociones fundamentales sobre la naturaleza benévola del capitalismo. Escrito por George Reisman y traducido por Juan Fernando Carpio. Reisman, alumno de Ludwig von Mises, es autor de esa descollante síntesis de la Escuela Clásica con la Escuela Austriaca llamada Capitalism, y es profesor de Economía en la Graziadio School of Business & Management de Pepperdine University en Los Angeles. Este artículo Some fundamental insights into the benevolent nature of capitalism, es una de las mejores defensas económicas cortas del único sistema moral y justo que conoce el ser humano, que a la vez potencia de forma sinérgica los talentos de la mente humana aplicados a proyectos de vida individuales, el capitalismoEl único sistema que permite salir de la pobreza y el atraso, estado en el que se mantuvo la humanidad hasta hace unos pocos siglos. No es el sistema que funciona mejor, es el único que funciona.

Por “naturaleza benévola del Capitalismo”, me refiero al hecho de que promueve la vida y el bienestar humanos y lo hace para todos. Existen muchas de estas nociones que han sido desarrolladas durante más de tres siglos por una serie de grandes pensadores desde John Locke a Ludwig von Mises y Ayn Rand. Presento tantas de ellas como puedo en mi libro “Capitalism”.

Voy a discutir brevemente alrededor de una docena de estas nociones que considero ser las más importantes, y que creo que tomadas en conjunto vuelven la propuesta del Capitalismo algo irresistible. Las discutiré aproximadamente en el orden en que las presento en mi libro. Permítanme decir que pido disculpas por la brevedad de mis discusiones de ellas. Cada una de las nociones que topo requeriría en sí misma una discusión más larga que todo el tiempo que me ha sido dado para mi ponencia de hoy. Afortunadamente puedo apoyarme en el hecho de que en mi libro al menos, creo haberlas presentado en el detalle que merecen.

Y ahora, permítanme comenzar.

1) La libertad individual -una característica esencial del Capitalismo- es el fundamento de la seguridad, tanto en el sentido de seguridad física como de seguridad económica. La libertad significa la ausencia de inicio del uso de la fuerza física. Cuando uno es libre, uno está a salvo del crimen común porque de lo que uno está libre de es actos como el asalto y el atraco, el robo, la violación y el asesinato, todos los cuales representan el inicio de la fuerza física. Aún más importante desde luego, es que cuando uno es libre, uno está libre del inicio de la fuerza física de parte del gobierno, el cual es potencialmente más letal que cualquier mafia o pandilla privada. (La Gestapo y la KGB por ejemplo, con su esclavización y asesinato de millones hacen parecer a los criminales privados casi amables en comparación).

El hecho de que la libertad es la ausencia de inicio de fuerza física también significa que la paz es un corolario de la libertad. Allí donde existe libertad, existe paz, porque no existe uso de la fuerza: en tanto la fuerza no sea iniciada, el uso de la fuerza en defensa o retaliación no es necesario.

La seguridad económica provista por la libertad se deriva del hecho de que en libertad todos pueden elegir hacer lo que sea de su mayor interés, sin temor a ser detenido por la fuerza física de alguien más en tanto él mismo no inicie el uso de la fuerza contra nadie más. Esto significa por ejemplo, que puede aceptar el empleo de más alto pago que pueda encontrar y comprar de los productores más competitivos que pueda hallar; y al mismo tiempo puede retener todo el ingreso que obtiene y ahorrar tanto de él como desee, invirtiendo sus ahorros en las formas más rentables que pueda. La única cosa que no puede hacer es iniciar el uso de la fuerza. Con el uso de la fuerza prohibido, la forma en que un individuo aumenta su ingreso monetario es por el uso de la razón para descubrir la forma de ofrecer a otras personas más o mejores bienes y servicios por la misma cantidad de dinero debido a que este es el medio de inducirles a gastar más de sus fondos en comprar de él y no de sus competidores. Por tanto, la libertad es la base de que cualquiera tenga tanta seguridad económica como el ejercicio de su razón y la razón de sus colaboradores puedan dotarle.

2) Un incremento continuo de la oferta de recursos naturales accesibles y económicamente utilizables se vuelve posible mientras el hombre convierte una proporción mayor del virtual infinito que representa la naturaleza, en bienes económicos y riqueza, sobre la base de un creciente conocimiento sobre la Naturaleza y un creciente poder físico sobre ella. (Para una profundización de este importante punto, véase por favor el capítulo 3 de mi libro o mi ensayo “Environmentalism in the Light of Menger and Mises” en la edición de verano 2002 del The Quarterly Journal of Austrian Economics)

3) La producción y la actividad económica, por su propia naturaleza, sirven para mejorar el medio ambiente del hombre. Esto se debe a que desde el punto de vista de la física y la química, todo lo que la producción y la actividad económica representan es la utilización de los mismos elementos químicos provistos por la Naturaleza en distintas combinaciones y su traslado a distintas ubicaciones geográficas. El propósito que guía tal recombinación y traslado es esencialmente colocar esos elementos químicos en una relación mejorada con la vida y el bienestar humanos. Coloca dichos elementos químicos en combinaciones y ubicaciones donde proveen mayor utilidad y beneficio a los seres humanos.

La relación de los elementos químicos hierro y cobre, por ejemplo, con la vida y bienestar del hombre se ve grandemente mejorada cuando son extraídos del subsuelo y aparecen en forma de tales productos como automóviles, refrigeradores y cables para electricidad. La relación de los elementos químicos como el carbón, el hidrógeno, el oxígeno y el nitrógeno con la vida y bienestar del hombre es mejorada cuando se convierten en luz y energía eléctricas. La relación de un terreno con la vida y bienestar del hombre es mejorada cuando en vez de dormir sobre una manta y cuidarse de serpientes, escorpiones y otros animales salvajes, puede dormir en una casa moderna y bien construida sobre dicho terreno, con todos los servicios y electrodomésticos que ahora tomamos como algo corriente.

La totalidad de los elementos químicos en relación con el hombre, constituye el entorno material y externo del ser humano, y es precisamente esto lo que la producción y actividad económica logran mejorar, por su propia naturaleza.

4) La división del trabajo -una característica vital del Capitalismo -que puede existir en forma altamente desarrollada sólo bajo éste sistema social- provee entre otros grandes beneficios, enormes ganancias de la multiplicación de la cantidad de conocimiento que ingresa al proceso productivo, y su incremento continuo y progresivo. Sólo consideremos esto: cada ocupación distinta, cada subocupación, posee su propio cuerpo de conocimientos. En una sociedad capitalista (de división del trabajo) existen tantos cuerpos de conocimiento participando del proceso productivo como actividades existen. La totalidad de este conocimiento opera para beneficio de cada individuo en su capacidad de consumidor, cuando compra los productos generados por otros pero por sobre todo en su capacidad de productor, debido a que su producción se apoya en el uso de bienes de capital previamente producidos por otras personas.

Por lo tanto un individuo puede trabajar –digamos- como carpintero. Su cuerpo de conocimientos es aquél correspondiente a la carpintería. Pero en su capacidad de consumidor obtiene el beneficio de todo el resto de ocupaciones distintas en el sistema económico. La existencia de tal cuerpo de conocimientos global es esencial para la existencia de muchos productos –todos los productos que requieran para su producción más conocimiento que el que un individuo o un grupo pequeño de personas puede tener. Tales productos por supuesto, incluyen maquinaria, que simplemente no podría ser producida en ausencia de una muy extensa división del trabajo y el vastísimo cuerpo de conocimientos que ella implica.

Más aún, en una sociedad capitalista una gran proporción de los miembros más inteligentes y ambiciosos de la sociedad, tales como los genios y otros individuos de gran talento, eligen su especialización precisamente en áreas que tienen el efecto de mejorar e incrementar progresivamente el volumen de conocimiento que se aplica a la producción. Este es el efecto de que tales individuos se concentren en áreas como la ciencia, la invención y los negocios.

5) Al menos desde los tiempos de Adam Smith y David Ricardo se sabe que existe una tendencia en una economía capitalista hacia una igualación de la tasa de ganancia -o tasa de retorno- sobre el capital entre todas las ramas de la economía. Donde las tasas de retorno están por sobre el promedio, proveen el incentivo y también los medios para un incremento de inversión y por tanto más producción y oferta, lo cual opera entonces para reducir los precios y la tasa de retorno. Donde las tasas de retorno están por debajo del promedio, el resultado es una disminución de la inversión tanto como de la producción y la oferta, seguida de un incremento en las ganancias y la tasa de retorno. Por lo tanto las tasas de ganancia altas bajan y las bajas se elevan.

La operación de este principio no sólo sirve para mantener las diferentes áreas de una economía capitalista en un balance apropiado entre sí, si no que sirve también para dar los consumidores el poder de determinar el tamaño relativo de las distintas industrias simplemente sobre la base de sus hábitos de compra o abstinencia de compra, para usar las palabras de von Mises. Donde los consumidores gasten más, las ganancias se elevan y donde gasten menos, las ganancias decaen. En respuesta a las ganancias elevadas, la inversión y producción se incrementan y en respuesta a las ganancias reducidas, disminuyen. Por tanto los patrones de inversión y producción siguen obligadamente el patrón de gasto de los consumidores.

Posiblemente sea aún más importante que la operación de la tendencia hacia una tasa de retorno sobre el capital invertido uniforme sirve para generar un patrón de mejoramiento progresivo en los productos y métodos de producción. Un negocio cualquiera puede ganar una tasa de retorno extraordinaria al introducir un producto nuevo o mejorado que los consumidores quieran comprar, o un método más eficiente y menos costoso de producir un bien ya existente. Pero entonces esa tasa extraordinaria de ganancias de la que goza atrae competidores, y una vez que la innovación se vuelve de adopción general la ganancia extraordinaria desaparece, con el resultado de que los consumidores obtienen el beneficio total de esa innovación. Terminan obteniendo mejores productos y pagando precios menores.

Si la firma que hizo la innovación desea continuar obteniendo una tasa de ganancias excepcional, debe introducir posteriores innovaciones, lo que lleva a los mismos resultados. El alcanzar una tasa de ganancia elevada por un período prolongado de tiempo, requiere la introducción de una serie continua de innovaciones, con los consumidores obteniendo el beneficio total de todas las innovaciones hasta llegar a las más recientes.

6) Como von Mises ha demostrado, en una economía de mercado –que es desde luego lo que es el Capitalismo- la propiedad privada de los medios de producción opera para el beneficio de todos, de los no-propietarios tanto como de los propietarios. Los no-propietarios obtienen el fruto de los medios de producción que otros poseen. Obtienen tal fruto al comprar los productos de tales medios de producción. Para obtener el beneficio de las fábricas y equipo de la General Motors, o de los campos petroleros, oleoductos y refinerías de la Exxon, no necesito ser un accionista o tenedor de bonos de esas firmas. Simplemente debo estar en capacidad de comprar un automóvil, gasolina o cualquier cosa que ellos produzcan.

Más aún, gracias al elemento dinámico y progresivo del principio de uniformidad-de-la-tasa-de-ganancia o tasa-de-retorno que se explicó hace un momento, el beneficio general de los medios de producción de propiedad privada para los no-propietarios aumenta continuamente, al poder comprar cada vez más y mejores productos a precios reales progresivamente menores. No puede dejar de enfatizarse que estos beneficios progresivos, y los estándares de vida generales en aumento en que se traducen, dependen vitalmente de las instituciones capitalistas de la propiedad privada de los medios de producción, el afán de lucro, y la competencia económica, y que no serían posibles sin éstos. Son estos últimos los que subyacen a la iniciativa motivada y efectiva que eleva el estándar de vida.

7) Un corolario del beneficio general de la propiedad privada de los medios de producción es el beneficio para la sociedad de la institución de la herencia. No solo los herederos si no también los no-herederos se benefician de su existencia. Los no-herederos se benefician porque la herencia alienta el ahorro y la acumulación de capital, al punto de que lleva a la gente a acumular y mantener capital para ser trasmitido a sus herederos. El resultado de la existencia de este capital adicional es que existen más medios de producción produciendo para el mercado, y por tanto más y mejores productos para todos.

El efecto de este capital adicional, desde luego, es también una demanda adicional de trabajo y por tanto salarios más elevados. La demanda de trabajo -debe comprenderse- es una forma fundamental por medio de la cual los medios de producción en manos privadas operan para el beneficio de los no-propietarios. El capital subyace a la demanda de trabajo tanto como a la oferta de productos.

8) En el Capitalismo, no sólo la ganancia de un hombre no representa pérdida para otro, en tanto proviene de un incremento en la producción total, si no que en los casos más importantes, a saber, aquellos de las grandes fortunas industriales la ganancia de un hombre es positivamente una ganancia para otros hombres. Esto resulta del hecho de que los simples requisitos aritméticos de generarse una gran fortuna son una combinación de obtener una alta tasa de ganancia sobre el capital por un período prolongado de tiempo, y el ahorro y reinversión de la mayor parte de las ganancias obtenidas, año tras año.

Como hemos visto, la obtención de una tasa elevada de ganancia por un período prolongado de tiempo, frente a la competencia, requiere de la introducción de una serie de innovaciones significativas. Estas innovaciones representan productos mejores y más baratos para los consumidores. El ahorro y reinversión de las ganancias obtenidas de estas innovaciones constituyen un incremento de los medios de producción, lo que también es útil para los consumidores. Por ende tanto en su origen -las altas ganancias- como en su destino –la acumulación de capital- las grandes fortunas industriales representan beneficios correspondientes para el público en general. Por ejemplo, el viejo Henry Ford iniciando con un capital de 25.000 dólares en 1903 y terminando con un capital de 1.000 millones en 1946 fue el otro lado de la medalla en que la persona promedio pudiera adquirir automóviles mucho mejores y más eficientemente producidos en las fábricas que encarnaban la fortuna de Ford.

9) Como von Mises ha mostrado, la competencia económica que tiene lugar en el Capitalismo es radicalmente distinta que la competencia biológica que prevalece en el reino animal. De hecho su carácter es diametralmente opuesto. Las especies animales confrontan una provisión escasa y dada por la Naturaleza de medios de subsistencia cuya cantidad no pueden aumentar. El hombre -en virtud de que posee razón- puede incrementar la provisión de todo aquello sobre lo que su supervivencia y bienestar dependan. Por lo tanto, en lugar de la competencia biológica de los animales luchando por una porción de cantidades limitadas de recursos naturales -con los fuertes triunfando y los débiles pereciendo- la competencia económica en el Capitalismo es una competencia por quién puede incrementar más la cantidad de bienes, con el resultado práctico de que todos viven mejor y más longevamente.

Totalmente a diferencia de los leones en la jungla, que deben competir por una provisión de animales como las cebras y gacelas, por medio del poder de sus sentidos y sus garras, los productores en el Capitalismo compiten por una cantidad limitada de dólares en las manos de los consumidores, por los cuales compiten mediante ofrecer los mejores y más económicos productos que sus mentes pueden concebir. Dado que tal competencia es una por la creación positiva de riqueza nueva y adicional, no existen perdedores reales en el largo plazo como resultado. Sólo hay ganadores.

La competencia de los agricultores y fabricantes de equipos agrícolas permiten a los hambrientos y los débiles el alimentarse y volverse fuertes; la de los fabricantes farmacéuticos permite a los enfermos el recuperar su saludo; la de los fabricantes de lentes y dispositivos auditivos permiten a muchos que de otra forma no podrían ver o escuchar, el hacerlo. Totalmente lejos de ser una competencia cuyo resultado es “la supervivencia del más fuerte”, la competencia del Capitalismo puede ser descrita con más precisión como una cuyo resultado es la supervivencia de todos o al menos de cada vez más y más personas, hasta una mayor edad y en mejores condiciones de vida. El único sentido en que sólo los más “fuertes” o “aptos” sobreviven, es que son los productos más aptos y los más sólidos métodos de producción los que sobreviven, hasta ser reemplazados por aún más aptos productos y métodos productivos, con los efectos sobre la supervivencia humana antes descritos.

Como von Mises también ha demostrado, con su desarrollo de la ley de ventajas comparativas de David Ricardo en la Ley de Asociación, existeespacio para todos en la competencia del Capitalismo. Incluso aquellos quienes son menos capaces que otros en todo sentido tienen su lugar. De hecho, en gran medida, la competencia del Capitalismo, lejos de ser un tema conflictuante entre los seres humanos, es un proceso que organiza el gran sistema de cooperación social conocido como división del trabajo. Éste decide hasta que punto en este incluyente sistema de cooperación social cada individuo hará su contribución específica – quién por ejemplo, y por cuánto tiempo, será un capitán de industria, y quien será un conserje, y quien llenará las posiciones intermedias entre ambos.

En esta competencia cada individuo, por limitadas que sean sus habilidades, puede superar a los demás sin importar que tanto más talentosos sean que él, por su nicho productivo. Literalmente, y como un acontecimiento diario, aquellos cuyas habilidades no son mayores a las de un conserje pueden superar, incuestionablemente, a los más grandes genios productivos –por el trabajo de conserjería. Por ejemplo, Bill Gates podría ser tan superior como individuo que además de revolucionar la industria del software, podría limpiar cinco veces tantos metros cuadrados de espacio de oficina en el mismo tiempo que cualquier conserje vivo en el planeta, y hacerlo mejor. Pero si Gates puede ganar un millón de dólares la hora manejando Microsoft, y los conserjes pueden trabajar por –digamos- $10 dólares la hora, su interés en hacer el trabajo en un ciento de milésima parte del ingreso por hora que exigiría Bill Gates (pues está sobrecalificado para el trabajo), supera más que proporcionalmente sus menores habilidades de modo que son ellos quienes tienen la clara primacía y ventaja en este caso.

Al mismo tiempo, debido a que los genios productivos son libres de triunfar al revolucionar los productos y métodos productivos, aquellos con habilidades no necesariamente superiores a las que se necesitan para ser conserje se vuelven capaces de disfrutar no sólo de comida, vestido y un techo, si no tales productos como automóviles, televisores, y computadores, productos cuya propia existencia jamás hubieran podido concebir por cuenta propia.

Las pérdidas asociadas con la competencia son mayoritariamente pérdidas de corto plazo solamente. Por ejemplo, una vez que los herreros y criadores de caballos fueron desplazados del negocio por el automóvil encontraron otras líneas de trabajo de nivel comparable, con el único efecto perdurable del automóvil sobre ellos siendo que ellos también -en su rol de consumidores- pudieron disfrutar las ventajas del automóvil sobre el caballo. Similarmente, los granjeros utilizando mulas que fueron desplazados por la competencia de los granjeros que usaban tractores, no se murieron de hambre, si no que simplemente debieron cambiar su línea de actividad, y cuando lo hicieron ellos junto a la sociedad en general disfrutaron de una provisión más abundante de comida y además otros productos, productos que pudieron ser producidos precisamente sobre la base del trabajo liberado de la agricultura.

Aún en aquellos casos en que una competencia particular resulta en que un individuo tenga que pasar el resto de su vida en una situación económica inferior a la que disfrutaba antes por ejemplo, el dueño de una fábrica de látigos para caballo que pase a vivir el resto de su vida como un asalariado común y corriente luego de ser sacado del mercado por el automóvil –aún cuando no pueda alegar razonablemente que la competencia le haya dañado. Lo máximo que puede alegar razonablemente es sólo que desde ese momento en adelante, los inmensos beneficios que él deriva de la competencia son menores que los aún superiores beneficios que obtenía de ella previamente. Esto pues que la competencia es lo que subyace a la producción y oferta de todo lo que él continúa siendo capaz de adquirir y es responsable por el poder adquisitivo de cada dólar de su ingreso y el de toda la sociedad. Y, desde luego, la competencia procede a elevar su ingreso real desde el nivel del cual había caído. De hecho en el Capitalismo, la competencia eleva el estándar de vida del asalariado promedio por encima de aquel de incluso la gente más rica del mundo hace unas pocas generaciones. (Hoy en día por ejemplo, el asalariado promedio en un país capitalista tiene un estándar de vida superior incluso a aquél de la reina Victoria, en probablemente todo aspecto salvo la habilidad de contratar servidumbre).

10) Y ahora, una vez dándole el respectivo crédito a Mises, lejos de ser el caos sin plan y la “anarquía de la producción” que los marxistas alegan, el Capitalismo es en realidad un sistema económico tan extensiva y racionalmente planificado como es posible humanamente. La planificación que ocurre en el Capitalismo sin ser ampliamente reconocida como tal, es la planificación de cada participante individual en el sistema económico. Cada individuo que piensa en un curso de acción económica que podría ser de beneficio para él y el cómo llevarlo a cabo está realizando planificación económica. Los individuos planean comprar casas, automóviles, electrodomésticos e incluso víveres. Planean para qué trabajos entrenarse y dónde ofrecer y aplicar las habilidades que poseen. Las empresas planean la introducción de nuevos productos o el descontinuar los existentes; planean cambiar sus métodos productivos o continuar usando los actuales: planean abrir sucursales o cerrarlas; planean contratar nuevos trabajadores o despedir actuales; planean incrementar sus inventarios o disminuirlos.

Aún más ejemplos de planificación rutinaria y del día a día por individuos y empresas pueden ser encontrados. La planificación económica privada ocurre en todas partes a nuestro alrededor y todos participan de ella. Pero, para todos excepto los alumnos de Mises, es invisible. Para aquellos que ignoran las enseñanzas de Mises, la planificación económica es la potestad del gobierno.

Una gigantesca y extensiva planificación económica privada no solamente existe, sino que es totalmente coordinada, integrada y armónica para producir un sistema económico cohesivamente planificado. El medio por el cual esto ocurre es el sistema de precios. Toda la planificación económica de los individuos y las empresas privadas tiene lugar sobre la base de una consideración de precios –constituyendo éstos costos y también utilidades o ingresos. Los individuos que planean comprar bienes o servicios de cualquier tipo siempre consideran los precios de esos bienes y servicios y están listos a cambiar sus planes dado un cambio de precios. Los individuos que planean vender bienes o servicios siempre consideran los precios que pueden esperar por éstos y están también listos a cambiar sus planes si ocurre un cambio en los precios. Las empresas desde luego, basan sus planes en una consideración tanto de los ingresos por ventas y los costos -por tanto de los precios que conforman a ambos- y están listas para cambiar sus planes en respuesta a los cambios en la rentabilidad.

De esta forma -por ejemplo- cuando mi esposa y yo nos trasladamos originalmente a California, nuestro plan de vivienda era comprar una casa en una loma con vista al Océano Pacífico. Pero luego de aprender sobre los precios de tales casas, rápidamente decidimos que necesitábamos revisar nuestro plan y buscar más bien una casa varios kilómetros tierra adentro. De esta forma, fuimos alentados a cambiar nuestro plan de vivienda de forma en que armonizara con los planes de otras personas, quienes también planeaban comprar el tipo de casa que originalmente planeábamos tener, pero adicionalmente, estaban dispuestos y podían comprometer más dinero para su plan que nosotros al nuestro. Las ofertas más altas de otros y nuestra consideración de aquellas generó una armonización de nuestro plan de vivienda con el de ellos.

Similarmente, un cándido estudiante de primeros años de universidad puede tener planes de estudios que le llevarían a especializarse en literatura francesa medieval o poesía del Renacimiento. Pero en algún momento antes del final de su carrera, llega a darse cuenta de que si persiste en tal plan de carrera, puede esperar vivir su vida en una buhardilla. Por otro lado si cambia su plan de carrera y se especializa en un campo tal como la contabilidad o la ingeniería, puede esperar vivir de forma bastante confortable. De esa forma entonces cambia su plan de carrera y especialidad. Al cambiar su plan sobre la base de un ingreso futuro esperado, el estudiante está haciendo un cambio que concuerda mejor con los planes de otros en la sociedad. Esto se debe a que la ejecución de los planes de otros requiere de los servicios de muchos más contadores e ingenieros que de los servicios de expertos literarios.

Un último ejemplo: los consumidores cambian su plan alimenticio, y por tanto planean –digamos- comer más pescado y pollo y menos carne roja. Esto resulta en un cambio correspondiente en su patrón de compras y abstenciones de compra. Entonces, para poder mantener su rentabilidad, los supermercados y restaurantes deben planear un cambio en su oferta, en este caso aumentar las cantidades respectivas de pescado y pollo así como platos basados en éstos, y disminuir la cantidad de carne roja y platos basados en ella. Estos cambios de plan, y los correspondientes cambios en el consumo, de parte de los supermercados y restaurantes resultan en subsecuentes cambios de planes y compras por parte de sus proveedores y de los proveedores de los proveedores, y así sucesivamente hasta que el sistema económico entero ha sido replaneado de acuerdo con el cambio de planes y compras de los consumidores.

El sistema de precios y la consideración de costo e ingresos que permite a los individuos lleva a que el sistema económico esté continuamente replanificándose en respuesta a los cambios en demanda u oferta de forma tal que maximice las ganancias y minimice las pérdidas y asegure que cada proceso productivo individual se lleve a cabo en una manera que colabore de forma máxima con la producción en el resto del sistema económico.

Por ejemplo como resultado de una disminución en la oferta de petróleo, existirá un alza en su precio y en el de sus productos derivados. Todos los consumidores individuales considerarán estos precios en relación a sus propias circunstancias específicas –en el caso de los consumidores, sus propias necesidades y deseos; en el caso de las empresas, su habilidad de trasmitir el incremento de precio a sus clientes. Y todos ellos considerarán las alternativas al uso de petróleo o los productos basados en él, en cada caso particular. Por lo tanto sobre la base de su razonamiento y planificación individual cada uno de los participantes reducirá su demanda por los artículos de forma en que reduzca menos su bienestar. Y de esta forma, el razonamiento y planificación de todos los participantes en el sistema económico que utilizan petróleo o productos derivados participará en la determinación de dónde y por cuánto la cantidad de esos productos decrecerá en respuesta a un alza en su precio. Esta es claramente una situación en que se responde a una pérdida de oferta de forma en que se minimiza esa pérdida. La reducción en la cantidad disponible estará acompañada por una reducción equivalente de su empleo para los usos menos importantes que la anterior cantidad disponible permitía.

Similarmente, el sistema de precios y el razonamiento y planificación individuales de todos los participantes lleva a la maximización de los beneficios de un incremento en la oferta de cualquier factor de producción escaso. La cantidad adicional es aprovechada en aquellos usos en que es más altamente valorada, eso es, en aquello en que puede ser asimilada con la menor caída en su precio.

Irónicamente, mientras que el Capitalismo es un sistema económico que está extensa y racionalmente planificado, y continuamente replanificado en respuesta a los cambios en las condiciones económicas, el socialismo -como Mises demostró- es incapaz de una planificación económica razonable. Al destruir el sistema de precios y sus fundamentos –es decir la propiedad privada de los medios de producción, el afán de lucro y la competencia- el socialismo destruye la división intelectual del trabajo que es esencial para la planificación económica racional. Exige la imposible tarea de que la planificación de todo el sistema económico se lleve a cabo como un todo indivisible en una sola mente que sólo una deidad omnisciente podría poseer.

Lo que representa el socialismo es tan lejano de planificación económica racional que constituye en realidad la prohibición de la planificación. En primera instancia, por su propia naturaleza, consiste en una prohibición de la planificación por parte de toda la sociedad exceptuando al dictador y los otros miembros del comité central de planificación. Ellos disfrutan de un privilegio monopólico sobre la planificación, bajo la absurda y virtualmente perturbada creencia de que sus cerebros pueden lograr las todo-perceptivas, todo-conocedoras capacidades de una divinidad omnisciente. Pero no es así. Por lo tanto, lo que el socialismo representa en realidad es el intento de sustituir el razonamiento y planificación de decenas, cientos o miles de millones de hombres por el de uno sólo o a lo sumo un puñado de ellos. Por su propia naturaleza, esa pretensión de que las mentes de tan pocos suplan las necesidades de tantas tiene tan poca posibilidad de éxito como la tendría un intento de hacer que las piernas de tan pocos sean el vehículo para acarrear el peso de tantos.

Para tener planificación económica racional, el pensamiento y planificación independiente de todos son necesarios, operando en un entorno de propiedad privada de los medios de producción y un sistema de precios, es decir el Capitalismo.

11) Ahora tornaremos nuestra atención al tema del monopolio. El Socialismo es el sistema del monopolio. El Capitalismo es el sistema de la libertad y la libre competencia.

Como Mises señaló, los requerimientos esenciales y fijados por la Naturaleza para la vida humana tales como el suministro de agua, tierra arable, y provisiones accesibles de prácticamente todos los minerales existen en cantidades tan grandes que no todos los recursos disponibles pueden ser explotados. El trabajo que se requeriría no está disponible. Ésta se emplea en porciones de tierra y depósitos minerales que son más productivos o las numerosas operaciones de manufactura y comercio, donde mediante precios de mercado su empleo ha sido demostrado ser más importante que la producción de una provisión adicional de bienes agrícolas o minerales.

En estas condiciones, y en ausencia de interferencia gubernamental, lo que se requiere para permitir a cualquier productor (o combinación de ellos) el convertirse en el único proveedor de algo es que el precio que cobra sea tan bajo como para que no valga la pena para otros proveedores ingresar a esa actividad. La posición de productor único se asegura mediante lo bajo del precio, y no provee de una base para imponer un precio elevado.

El mismo punto esencial se aplica a los casos en los cuales la necesidad de invertir grandes sumas de capital limita severamente el número de proveedores. Allí un capital de gran tamaño se requiere para poder lograr bajos costos de producción, los cuales a su vez son necesarios para ser rentable vendiendo a precios bajos.

El monopolio es en la práctica el resultado de la intervención gubernamental. Específicamente es el aislamiento de un mercado o parte de un mercado para uno o más proveedores mediante el inicio de la fuerza física. Las concesiones exclusivas dadas por gobiernos, aranceles proteccionistas y leyes de licenciamiento para diversas actividades son ejemplos.

12) El Capitalismo es un sistema de salarios reales progresivamente más elevados, acortamiento de horas de trabajo, y mejoramiento en las condiciones de trabajo. Al contrario de lo que Adam Smith y Karl Marx enseñaron, los empresarios y capitalistas no deducen sus ganancias de lo que supuestamente eran en su origen totalmente salarios o lo que naturalmente o por justicia deberían ser salarios completos. La forma original y primaria del ingreso es la ganancia, no los salarios. Los trabajadores manuales produciendo y vendiendo productos ya sea en el “original y rudo estado de la sociedad” de Adam Smith o en la “circulación simple” de Karl Marx no ganaban salarios, sino ingresos por ventas. Cuando uno vende una hogaza de pan o un par de zapatos, o cualquier otro producto, a uno no le pagan un salario sino un ingreso por ventas. Y precisamente debido a que esos trabajadores manuales no se comportaban como capitalistas, es decir, no compraban con el fin de vender posteriormente si no que hacían gastos simplemente en calidad de consumidores, no incurrían en gastos en medios para producir cualesquier tipo de bienes hayan producido, y por tanto no incurrían en costos monetarios que pudieran ser deducidos de sus ingresos por ventas; en otras palabras, el total de sus ingresos eran ganancias, no salarios. La ganancia, se ve entonces, era la forma original y primaria de ingreso por trabajar.

Refutando a Adam Smith y Karl Marx, es solamente con la llegada de los capitalistas y la acumulación de capital que el fenómeno de los salarios tiene su aparición, junto con la demanda de bienes de capital. Tanto los salarios como el gasto en bienes de capital se manifiestan como costos monetarios de producción que deben ser deducidos del ingreso total por ventas. Mientras más capitalista sea un sistema económico, es decir que haya mayor volumen de compras con el fin de obtener ingresos por ventas, relativo a los ingresos por ventas, mayores son los salarios y otros costos relativos a esos ingresos, y por tanto son menores las ganancias relativas tanto al total de ventas y a los salarios. En otras palabras, lo que los capitalistas son responsables de haber creado no son la ganancia y su obtención a costa de los salarios, si no por la creación de salarios y costos monetarios y su deducción de los ingresos por ventas, que eran originalmente ganancia en su totalidad. Mientras más numerosos y ricos son los capitalistas, más altos son los salarios con respecto a las ganancias.

El hecho de que los asalariados estén dispuestos a trabajar por un mínimo para la subsistencia en ausencia de una mejor alternativa, y de que los empresarios y capitalistas, como cualquier otro comprador prefieran pagar más que menos, son proposiciones que son ciertas, pero finalmente irrelevantes para la determinación de los salarios que los asalariados necesitan aceptar en la realidad. Esos salarios son determinados por la competencia de los empleadores por su trabajo, que es fundamentalmente el más útil elemento en el sistema económico tanto como intrínsecamente escaso.

En tal competencia, va contra el propio interés de cualquier empleador el permitir que los salarios bajen del punto correspondiente al pleno empleo del tipo de trabajo en cuestión, y en la ubicación geográfica en cuestión. Tales salarios bajos significan que la cantidad de trabajo demandada excede la oferta disponible, es decir que existe una carestía del trabajo en cuestión. Una escasez de oferta de trabajo es comparable con una subasta en que aún existen dos o más competidores para el mismo bien. La única manera en que el competidor que quiera más ese bien –en este caso el trabajo de alguien- pueda asegurárselo para sí, es ganar en subasta abierta a sus rivales y volverlo tan caro para ellos que deban hacerse a un lado y permitirle retenerlo.

En el mercado laboral existen decenas e incluso centenares de trabajadores. Pero la escasez de trabajo significa que existen empleos potenciales para mucho más que dicho número de personas. El hecho de que cada uno de nosotros quisiera beneficiarse del trabajo de al menos diez otras personas puede tomarse como un indicador de la magnitud de la escasez de trabajo[1].

Cuando el nivel de un salario baja del punto correspondiente al pleno empleo del tipo de trabajo en cuestión, se vuelve posible para los empleadores que no pueden o no están dispuestos a pagar un nivel más alto, el contratar trabajo a costa de otros empleadores que sí estarían dispuestos y en posibilidad de pagar esos salarios más elevados. La situación es exactamente la misma como cuando el ofertante más pudiente en una subasta enfrenta la pérdida del artículo que quiere, a un competidor más débil. La forma de asegurarse de contar con el trabajo que necesita es elevar el precio de la subasta y sacar de ella a los empleadores menos capaces.

Frente a insuficiencias en la oferta de trabajo, que aparecen cuando existen techos (precios máximos) para los salarios, los empleadores conspiran con sus empleados para evadir el espíritu de los controles de salario, mediante ascensos falsos. Esto les permite argumentar que no están violando los controles cuando en realidad lo están haciendo.

Ahora, dado el nivel monetario de los salarios que hemos visto está determinado por la competencia de los empleadores por los escasos trabajadores, lo que determina los salarios reales –es decir los bienes y servicios que los asalariados pueden comprar con el dinero que reciben, son los precios. Los salarios reales están determinados tanto por los precios como por los salarios. Los salarios reales aumentan sólo cuando los precios caen relativos a los salarios.

Lo que hace que los precios caigan relativos a los salarios es un incremento en la productividad del trabajo, es decir el producto por unidad de trabajo. Un incremento en la productividad del trabajo implica una mayor cantidad de bienes de consumo relativos a la oferta de trabajo, y por tanto menores precios de los bienes finales relativos a los salarios. Si midiésemos de alguna forma la oferta de bienes de consumo, una duplicación de la productividad del trabajo operaría para duplicar la oferta de bienes con respecto a la oferta de trabajo y, dada el mismo gasto global en bienes y en trabajo, resultará en cortar a la mitad el precio de los bienes de consumo frente a esos mismos niveles de salario globales. En otras palabras, duplicaría los salarios reales.

El aumento de la productividad del trabajo es siempre el elemento esencial en el aumento de los salaries reales. Es lo que permite que los aumentos en la cantidad de dinero y volumen de gasto, que son responsables por niveles promedio más altos en los salarios monetarios (nominales), sean acompañados por precios que no se eleven o que no se eleven en la misma medida que los salarios.

Y lo que es responsable por el aumento de la productividad del trabajo son las actividades de los empresarios y capitalistas. Sus innovaciones progresivas y su acumulación de capital subyacen al aumento de productividad del trabajo y por tanto de los salarios reales.

13) Finalmente, mi último punto: un sistema monetario de cien por ciento de encaje (para depósitos a la vista) y basado en metales preciosos volvería una sociedad capitalista a prueba de inflación y de deflación/depresión. El modesto incremento de la provisión de metales preciosos, y por tanto el modesto incremento del volumen de gasto que procede de él, no sería capaz de elevar los precios en vista de la tasa substancial a la que la producción y oferta de prácticamente todos el resto bienes que no sean metales preciosos se incrementan en el Capitalismo. Los precios tenderían casi con seguridad a caer, como sucedió en el transcurso del Siglo Diecinueve[2].

Los precios decrecientes debido a una producción mayor, sin embargo, no constituyen deflación. No representan ninguna reducción en la tasa promedio de ganancia, es decir, la tasa promedio de retorno sobre el capital invertido. Ni significan ninguna dificultad adicional para pagar las deudas. Una caída en la tasa de ganancias y un incremento súbito en la dificultad de pagar deudas son síntomas esenciales de una deflación/depresión.

De hecho como muestro en mi libro, el modesto incremento en la cantidad de dinero y volumen de gasto que tiene lugar bajo un sistema monetario con cien por ciento de reservas y basado en metales preciosos, sirve para añadir un componente positivo a la tasa de retorno y hacer el pago de las deudas ligeramente más fácil, no más difícil. Los precios decrecientes causados por una producción mayor no interfieren con esto. Cuando los precios caen debido a una producción más elevada frente a un incremento en la cantidad de dinero y volumen de gasto, el vendedor promedio está en posición de obtener una provisión de bienes para vender que es mayor más que proporcionalmente a la caída de precios, y por ende es capaz de ganar más dinero, no menos.

La verdadera deflación, el acompañante de una depresión, es una contracción financiera -es decir una disminución en la cantidad de dinero y/o el volumen de gasto. Esto es lo que arrasa con la rentabilidad y hace el pago de las deudas más difícil. Pero tal contracción es precisamente lo que un sistema monetario como el descrito previene. La previene porque una vez que el dinero basado en metales preciosos hace su aparición, no sale súbitamente de la escena, como ocurre con los medios fiduciarios cuando los bancos que los emiten tienen problemas. Y debido a que su tasa de incremento es modesta, no lleva a ninguna reducción artificial y sustancial de la demanda de dinero para reservas (personales o empresariales) que deba luego ser seguida por su inverso cuando el aumento en la cantidad de dinero se detiene o desacelera.

Ni tampoco el ahorro y acumulación de capital continuos que tienen lugar en el Capitalismo reducen la tasa de retorno sobre el capital. El ahorro nominal que se logra a partir del ingreso monetario es generado mayormente de una tasa de retorno que se eleva por el aumento en la cantidad de dinero y el volumen de gasto y mientras que la cantidad de dinero y el volumen de gasto se incrementen modestamente, ese ahorro no reduce la tasa de retorno.

Si no existiera incremento en la cantidad de dinero y el volumen de gasto, la tasa de retorno sería menor, pero estable a ese nivel. La acumulación de capital procedería simplemente sobre la base de precios de reposición decrecientes, con el mismo gasto obteniendo progresivamente mayores cantidades de bienes de capital.

Como muestro en mi libro, en tal contexto el rol del ahorro ocurre enteramente a nivel global, donde determina asuntos tan vitales como el grado al cual el sistema económico se concentra en la producción de bienes de capital con respecto a la producción de bienes de consumo, y la extensión del período de producción. Estos elementos esenciales a la acumulación de capital junto con el progreso tecnológico -todo lo demás que sirve para incrementar la producción, sobre todo la libertad económica- entonces se manifiestan en forma de una producción lo suficientemente alta de bienes de capital, y un período lo suficientemente largo de producción.

En este punto, por falta de tiempo debo concluir. Quisiera hacerlo diciendo que si encuentran mi ponencia de hoy de su interés, espero que exploren los temas que he discutido, de forma más extensa y en mayor detalle en mi libro. Su esencia y totalidad pueden ser entendidos como una exposición sistemática de la naturaleza benévola del Capitalismo.